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Por Francesc Riu i Rovira de Villar .
El jueves de esta semana, en una reunión con el Consejo de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, el papa Francisco ha manifestado su voluntad sobre una cuestión que va a tener una trascendencia extraordinaria.
En conversación informal, se ha referido al Año de la fe que acabará el día 24 de noviembre, solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. El papa Francisco ha dicho que quiere poner punto final al Año de la fe con la publicación de una encíclica; de hecho, será la encíclica que el papa Benedicto XVI ya había empezado a escribir. Por tanto, ha afirmado, en realidad será una encíclica a cuatro manos.
Y el papa Francisco, siempre a punto para la espontaneidad, ha dicho más cosas. Esta primera encíclica de su Pontificado recogerá las propuestas del reciente Sínodo de los Obispos, pero irá mucho más allá. Será una exhortación sobre la evangelización, y dedicará a este trabajo buena parte del mes de agosto, porque no piensa en vacaciones.
No lo dudemos: en la encíclica sobre la evangelización el papa Francisco presentará la orientación global de su Pontificado y marcará la agenda de la Iglesia Universal para los próximos años. Tres meses después de haber sido elegido obispo de Roma, ya está en condiciones de hacer una declaración de intenciones para que todo el mundo sepa qué necesita hoy la Iglesia de Cristo y cómo él piensa responder a esta necesidad.
Hasta ahora, algunos gestos y expresiones del papa Francisco nos han sorprendido, porque no estábamos acostumbrados a su estilo. A partir del mes de noviembre, todo el mundo podrá saber hacia dónde se dirigirá la barca de Pedro. Esta sí que es una BUENA NOTICIA.

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