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Una parte del rechazo al cristianismo que observamos hoy en nuestra cultura proviene del absoluto desconocimiento del mensaje antirreligioso de Jesús. Con el término "mensaje antirreligioso" quiero referirme a su contundente alegato y su audaz misión contra las patologías religiosas vigentes en su tiempo y extendidas en todas las religiones hasta nuestros días. Estas patologías incitan hoy, con una lógica inevitable, a confundir el cristianismo con sus terribles deformidades pasadas y presentes. Por el contrario, un conocimiento profundo de Jesús como combatiente "antirreligioso" y verdadero "purificador" de lo religioso lo haría automáticamente digno de interés para las mentalidades más contrarias y combativas hacia la religión. Asimismo, haría más difíciles las deformaciones en el seno del mismo cristianismo.

Por poco que uno se aproxime a las palabras y hechos de Jesús, llama enseguida la atención su rechazo, insistente, drástico y frontal, de todas las formas de opresión y abuso basadas en la fe, contra todas las formas de utilización de la fe en favor de intereses económicos y políticos, contra el autoritarismo, arrogancia, legalismo, corrupción e hipocresía de buena parte de los líderes religiosos de su tiempo, contra la segregación por motivos religiosos de colectivos enteros (samaritanos, leprosos, mujeres ...), contra la alianza entre poder religioso y el poder político, contra el aplastamiento de la fe bajo el peso de rituales, prescripciones y prohibiciones de todo tipo que desvirtúan su esencia.

Asimismo, Jesús combate también todas las idolatrías y las deformaciones que presentan a un Dios represor y violento, y muestra a Dios como Padre infinitamente misericordioso y abierto siempre al perdón y al amor sobreabundante. En coherencia, propone un modelo de comunicación de la fe totalmente alejado de toda violencia, imposición o presión, fundamentado en la humildad y la debilidad del que se deja matar ("os envío como corderos entre lobos"). Y, a diferencia de tradiciones religiosas anteriores y posteriores, no propone rituales, ni sacrificios, ni tabúes, ni prescripciones (ni sobre el cuerpo, ni sobre el vestido, ni sobre la comida ...), sino que sitúa el centro de la fe en el amor y el perdón, fijando como modelo lo que él mismo hace: hacerse esclavo y servidor de todos, especialmente de los más necesitados y los más vulnerables.

Por todos estos motivos, Jesús se enfrenta contra los que hacen de la fe un negocio o una fuente de ingresos (mercaderes del templo), contra los que se exhiben como puros y auténticos creyentes (fariseos) y contra las autoridades religiosas que se aprovechan de la fe en beneficio propio (sacerdotes y maestros de la ley), y cuestiona o relativiza las leyes religiosas (como el descanso del sábado) o los lugares (como el Templo) aparentemente más sagrados que han sido absolutizados. Al mismo tiempo, reprende con enorme dureza a sus seguidores cuando caen en las mismas patologías religiosas: la de querer constituirlo en autoridad terrenal, aislarlo del mundo, preservarlo con las armas de una ejecución ignominiosa, servirse de él para buscar el poder o la propia gloria, pretender disfrutar de él en exclusiva, o condenar y excluir a otros creyentes que, a pesar de hacer el bien, no son del propio grupo ...

Nunca destacaremos ni reflexionaremos bastante sobreel hecho que fue precisamente este continuado y abierto enfrentamiento de Jesús contra la religión constituida y contra sus patologías y abusos, lo que llevó a las autoridades religiosas a conspirar para eliminarlo. Y lo hicieron precisamente usando la religión y manipulando el poder político, convirtiendo de hecho a Jesús en una "víctima" de la religión.

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