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Hoy me ha tocado hablar sobre "El claustro como lugar simbólico" en el Monasterio de Pedralbes. Os dejo un resumen.

Al principio hay un punto, que es la intersección entre dos líneas, y un cuadrado que lo delimita. Así se fundaban las ciudades antiguas. Así se dibujaban los claustros de los monasterios.

Un monasterio es un lugar humano y cristiano completo, una imago mundi, un pequeño cosmos simbólico y ordenado.

En su centro, el claustro: un gran hueco abierto hacia arriba, protegido del mundo exterior, que recoge y orienta los recorridos hacia los grandes espacios comunitarios.

En medio, un jardín monástico, con el el pozo, el lago y la fuente, las plantas medicinales y los árboles que se elevan con serenidad. Allí no falta nada. Todo sirve a la vez que es bello. Todo está en armonía y la gran complejidad deviene la más pura sencillez.

Los arcos y las columnas del claustro, que marcan el ritmo de un recorrido meditativo, son también imagen de la ritualidad de la liturgia.

Pedralbes está cerca de la ciudad pero no en la ciudad. La reina Elisenda quería que las monjas rogaran para la salvación de su alma y escribió al papa pidiendo permiso para construir un monasterio.

En pocos años se inauguró la iglesia y el monasterio siguió creciendo orgánicamente e integrando los diversos círculos de privacidad. En su corazón, el claustro, donde las monjas aprenden la soledad y la vida comunitaria.

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