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El relato de la pasión de Lucas contiene unos pasajes, que son aportación exclusiva de este evangelista, uno de ellos es el que recoge las palabras de Jesús dirigidas a las mujeres en el camino del calvario (Lc 23,27-31).

¿Quién serà este grupo de mujeres? Lucas no aporta suficientes datos para identificarlo con las mujeres, que están presentes en la crucifixión (23,49), ni tampoco con el grupo de seguidoras de 8,1-3. Hay quien piensa que se trataría de las plañideras profesionales, que acompañaban en los duelos, o de las mujeres nobles y piadosas, que ofrecían vino mezclado con mirra, para drogar a los condenados a fin de aliviarles el dolor. La expresión "Hijas de Jerusalén" nos lleva a pensar que representan al pueblo de Israel. En un pasaje del libro de las Lamentaciones (Lm 3,51), encontramos una expresión muy apropiada al relato de Lucas porque muestra el sufrimiento inmerecido del justo, y permite pensar que la expresión Hijas de Jerusalén se refiere al pueblo de Israel: " Me muero de dolor cuando contemplo las hijas de mi ciudad. Sin motivo los enemigos me quieren cazar como un pájaro. Llevan mi vida al silencio ". El contexto del libro de las Lamentaciones permite asociar las hijas de la ciudad con el pueblo de Israel.

Las referencias a otros lugares de la Escritura son constantes en este pequeño pasaje. Resuena el duelo en Jerusalén explicado en el libro de Zacarías (Za 11,9-13) a raíz de la muerte de Zorobabel, el último descendiente de la dinastía de David. Ahora, cuando Jesús, el Mesías, el definitivo David, se acerca a la muerte se produce un duelo similar. El elogio a la madre de Jesús: "Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron" (Lc 11,27) ha dado un vuelco y dicho se convierte en una desgracia. Las palabras de Jesús dirigidas a las mujeres adquieren el tono de una profecía que augura un futuro mucho peor al fatal momento que Jesús está pasando. Se refiere a la destrucción de Jerusalén. Cuando llegue su fin, será una suerte no haber tenido hijos para no verlos sufrir o morir. Las montañas que caen y las colinas que cubren aluden a un pasaje de Oseas (10,5), que profetiza la destrucción de Samaria. La desesperación será tal, que será preferible ser enterrados por una montaña o sepultado por una colina que soportar la crueldad de las legiones romanas.

Jerusalén es el signo visible del pueblo de Israel que no da fruto. Lucas recoge un dicho judío: "Si el fuego consume madera verde, ¿qué pasará con la seca?" Y lo encaja en el lenguaje simbólico que él usa, en el que el árbol seco o que no da fruto representa Israel que no ha correspondido a la alianza hecha por Dios. Es el árbol a cortar y lanzar al fuego (3,9), es la higuera que ha agotado todos los plazos y debe ser cortada porque no ha dado fruto (13,9).

Las palabras dirigidas a las mujeres son en su conjunto un oráculo sobre la destrucción de Jerusalén. ¿Por qué Lucas pone en relación la muerte de Jesús con la destrucción de la ciudad? Recordemos que dirige su escrito a Teófilo, hijo de Anás, cuñado de Caifás y sumo sacerdote entre los años 37 y 41, testimonio bien documentado de las escenas de crueldad ejecutadas por las legiones romanas durante la caída de Jerusalén. No es de extrañar que tuviera dudas que le llevaran a pensar que la destrucción del templo y la ciudad era el castigo merecido por haber rechazado al Mesías de Israel. Lucas confirma a Teófilo que Jesús es realmente el Mesías y que responsable de su muerte lo fue realmente Israel representado por los grandes sacerdotes, ancianos y letrados y por lo tanto algunos miembros de su familia. Si la destrucción del templo y la ciudad fue su castigo, es una conclusión a la que deberá llegar el propio Teófilo.

Domingo de Ramos

24 de Marzo de 2013

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