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Anoche, nos llegaba la noticia de la esperada muerte de Hugo Chávez, presidente de Venezuela durante los últimos catorce años y líder del llamado "socialismo bolivariano" de Latinoamérica. Su muerte se esperaba, especialmente después de más de dos meses de internamiento en un hospital en Cuba y después de su regreso, hace una semana, sin aparecer en los medios.

Yo tuve la oportunidad de viajar a Caracas hace sólo dos semanas y de vivir intensamente la incierta y tensa situación del país. Hace quince días, todo el mundo que no fuera del régimen daba por muerto Chávez y crecía la presión de amplios sectores sociales para que se supiera la verdad sobre su estado de salud y retorno a Venezuela. Incluso, creo que, por los hermanos Castro, su muerte en Cuba habría evidenciado aún más la dependencia de Chávez del régimen castrista.

Chávez se convertió al castrismo pocos años después de llegar al poder. Tras su golpe de estado fallido, sus dos años en la cárcel, su victoria democrática en el año 1998 y sus reelecciones posteriores, Chávez había ido construyendo un proyecto político, íntimamente vinculado a Cuba, combinando el castrismo anticapitalista, la reivindicación de la figura de Simón Bolivar y el mesianismo pentecostalista. Con estos tres pilares, ha configurado un programa político y una movilización de amplios sectores de la población más pobre que le ha mantenido en el poder hasta su muerte. Hace dos semanas, ya había comenzado la mitificación del líder bolivariano, con carteles por todo un país asfixiado de propaganda y cada vez más empobrecido.

Tiempo tendremos para hacer una evaluación a fondo de estos catorce años en el poder. Ahora bien, mi impresión es que Venezuela, durante estos años, no sólo se ha empobrecido, se ha dividido, sino que, además, ha perdido su soberanía nacional en manos de Cuba. Con los índices de inflación más grandes de Latinoamérica, Venezuela ha llegado incluso a su dependencia energética del exterior, al producir sólo dos tercios del petróleo que consume. Su producción industrial ha caído en los últimos años e incluso es dependiente del exterior en cuanto al consumo de alimentos. A pesar del número ingente de policías y militares, Venezuela es el segundo país de Sudamérica, después de Honduras, en inseguridad ciudadana. La clase media está desapareciendo, obligada a emigrar o invisibilizarse. Los medios de comunicación, la gran mayoría, se han convertido en máquinas de propaganda al servicio del régimen.

Con todo, Chávez tenía el apoyo de los sectores más pobres del país, porque, a través de "las misiones", intentó promover la construcción de viviendas, centros de salud y educativos y porque, sobre todo, gracias al petróleo y a un bolívar sobrevalorado , ha regulado los precios de los alimentos y los servicios básicos. Ahora bien, "las misiones" iban a un lugar, "anunciaban" la promesa bolivariana y al cabo de un par de años desaparecían. No creaban riqueza, fortalecían la cultura del subsidio.

Venezuela es un gran país, con inmensos recursos, que durante décadas ha sido gobernado por oligarquías que fueron enriquecerse extraordinariamente, pero ahora, después de estos catorce años de Chávez, Venezuela está empobrecida, dividida, arruinada y, además, ha perdido su soberanía. Su futuro es incierto, muy incierto.

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