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Recortes, austeridad, ajustes presupuestarios, consolidación fiscal, falta de financiación, reparto injusto del déficit… Llámese como se quiera, pero la reducción del gasto y la falta de liquidez de la administración pública están pasando factura. Entre los afectados, también están las instituciones de Iglesia, especialmente las que prestan servicios educativos, sanitarios y sociales.

En el número de febrero del suplemento Vida Nueva Catalunya explica cómo lo están viviendo las entidades eclesiales catalanas y cómo están saliendo de ello. También se pregunta por qué hay gastos que a pesar de la crisis no deberían recortarse. Con criterios de justicia, de solidaridad y de futuro.

En la web de Vida Nueva se puede ver un avance del número en el que participan Carles Armengol, secretario general adjunto de la Fundació Escola Cristiana de Catalunya; Felipe Campos, director general de la Asociación Educativa Itaca; Eduard Ibáñez, director de Justícia i Pau; Quim Erra, director de la Curia provincial de la orden hospitalaria Sant Joan de Déu; Antonia Ortiz, secretaria general de Centros Socio-Sanitarios Católicos de Cataluña; Paco Estellés, responsable de educación social de los Salesianos de Cataluña; Aurélia Miñambres, directora de una escuela parroquial a las afueras de Barcelona; y Àngel Domingo, delegado de SED-Catalunya (ONG marista de Cooperación al Desarrollo).

El número también explica cómo está afectando la crisis a los ingresos que recibe Cáritas con el testimonio de dos Cáritas bien distintas: la de Barcelona, Terrassa y Sant Feliu, con un presupuesto de 24 millones de euros, y la de Tortosa, de algo más de medio millón. Unos ingresos que provienen principalmente de los donativos de particulares i empresas.

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