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Las imágenes de la masacre de veinte y seis niños en la ciudad de Newtown en Estados Unidos nos han impresionado a todos. No lo podemos entender. Nuevamente, la maldad y el dolor muestran su rostro más absurdo, inexplicable, y que siempre se escapará a cualquier explicación. Esta vez, parece, la acción de un chico desequilibrado, con fácil acceso a un pequeño arsenal de armas que guardaban sus padres, ha permitido una matanza sin precedentes en Estados Unidos.

En Estados Unidos se da la paradoja de regulaciones muy estrictas que conviven con otras que no lo son en absoluto. Un joven tiene prohibido el acceso a las bebidas alcohólicas hasta los veintiún años y, por el contrario, puede tener acceso -según las regulaciones de los diferentes estados- a las armas, su uso y su adquisición, a los dieciocho. El trasfondo de esta paradoja americana se encuentra, en primer lugar, en la Convención de Filadelfia -la constitución americana-, que asegura el derecho individual de las personas a poseer armas para su defensa y, en segundo lugar, en el fuerte peso que tiene la Asociación Nacional del Rifle - con más de cuatro millones de asociados-, que es probablemente uno de los lobbies más influyentes en la política americana. Se calcula que existen más de trescientos millones de armas particulares en Estados Unidos. Por otro lado, no podemos olvidarlo de ninguna manera, la violencia y el uso de las armas en las películas de entretenimiento americano orientan un imaginario marcado por esta cultura bélica, especialmente en los sectores más débiles de la población.

La posesión individual de armas es una amenaza permanente a la convivencia en cualquier país y es, desgraciadamente, una realidad que se está extendiendo cada vez más en todo el mundo y, en especial, en el continente Latinoamericano, cada vez más influído por los Estados Unidos. La posesión individual de armas es un ejemplo de la debilidad del estado de derecho y, en general, del estado mismo.

La defensa de los ciudadanos ¿es una competencia de cada uno o del estado? Recuerdo la clásica definición de estado de Webber: "El estado es la comunidad humana que reclama para él el monopolio de la violencia física legítima ". He creído conveniente recordar esta definición clásica para que los estados tienen unas funciones que son indispensables y no delegables en nuestras sociedades complejas. En Estados Unidos, el espíritu "libertario" de los liberales radicales -libertarianos- y los conservadores del Tea Party, que pretenden reducir el estado al mínimo, se unen precisamente para cuestionar algunas de las funciones básicas de los estados. La ola neoliberal también se afianza en la gestión de la seguridad y la protección.

Después de Newtown, el presidente Obama ha sido contundente: "Esto ya no lo podemos tolerar más. Estas tragedias deben terminar y, para acabarlas, tenemos que cambiar". Yo no sé si tendrá suficiente fuerza, si los americanos sensatos -que hay muchos- conseguirán vencer una cierta cultura política y los poderosos intereses de la industria de armamentos. No lo sé.

Ya ha pasado demasiadas veces. Obama puede emprender -creo que ahora con un amplio apoyo de la opinión pública- una reforma necesaria y vital para el fútur de este gran país. Hay matanzas evitables. Newtown era evitable.

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