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Lutero y las iglesias protestantes menosprecian la carta de Santiago por la vinculación que establece entre la fe y las obras, pero se ha visto en este escrito bíblico un texto cargado de un fuerte mensaje social, directo y punzante que enlaza con la primera bienaventuranza y el mensaje social de los profetas. Nuevo comentario de Josep M. Solà.

LAS OTRAS OBRAS

En las segunda lectura de este domingo leemos un fragmento de la Carta de Santiago (2,14-18). Este escrito del Nuevo Testamento, más que una carta, es esencialmente una colección de exhortaciones morales, una especie de tratado de moral cristiana. Llama la atención que en su corta extensión aparezcan 54 verbos en imperativo.

Al ser la carta una recopilación de consejos, es difícil determinarnar una estructura, que otorgue una unidad temática en toda la carta. Sin embargo se pueden descubrir grupos de consejos, que se pueden distribuir en tres grupos: a) los que hacen referencia a la relación de ricos y pobres, b) los que hablan de la fe y las obras; y c) los que alertan sobre la inmoderación en el hablar. Las fuentes de inspiración de este libro bíblico se pueden encontrar en los libros sapienciales tardíos del Antiguo Testamento, el las máximas de la moral helenista y en las reflexiones provenientes de la tradición cristiana. Es muy difícil defender que el autor sea alguno de los santiagos, que aparecen en los evangelios y el libro de los Hechos de los Apóstoles, por eso todo lleva a pensar en un escrito seudónimo, que forma parte del bloque de escritos tardíos del Nuevo Testamento, redactado por un judío convertido al cristianismo, que pretende apoyar la validez de sus consejos morales en la autoridad del apóstol Santiago.

La carta establece una estrecha conexión entre la fe y las obras. Este planteamiento molestó a Lutero y las iglesias protestantes porque les parecía que la doctrina de la carta entraba en frontal contradicción con los enunciados de Paz expuestos en las cartas a los Romanos ya los Gálatas, según estas la fe es independiente de las obras. Esto provocó que la corriente protestante menosprecie la carta de Santiago y ésta ha sido mucho tiempo considerada un escrito bíblico de segundo orden. Pero la carta tiene la riqueza de conectar con el mensaje social de los profetas del Antiguo Testamento y la primera de las bienaventuranzas del evangelio de Mateo. Este mensaje social, directo y punzante ha despertado nuevamente el interés por este escrito del Nuevo Testamento.

En cuanto a la controversia con la doctrina de Pablo se podría aliviar la confrontación a base de exponer la diferente manera que tienen de entender la fe Paz y el autor de la carta. A nuestro entender, la diferencia radica en la diferente manera de entenderder las obras. Fijémonos que cuando Pablo habla de las obras en la carta a los Gálatas-texto fundamental con respecto a este doctrina-, habla de "las obras de la ley": "Por eso nosotros hemos creído en Jesucristo y somos justos no por las obras de la ley, sino por la fe en Cristo, ya que nadie puede ser justo en virtud de las obras que manda la ley "(Gal 2,16). Pablo habla de las obras de la ley marcado por su formación farisaica. Para los fariseos, cumplir las obras de la Ley significaba llevar a la práctica todas las prescripciones del culto, no olvidar las oraciones rituales, practicar el sábado y la circuncisión, celebrar las fiestas y ser estrictamente escrupuloso con los rituales de purificación. No le importaba si esto caía en un ritualismo puramente externo, daba igual, por fariseo se salvaba. Pablo se muestra contrario a la capacidad salvífica de este tipo de obras.

Evidentemente el autor de la carta de Santiago piensa en otro tipo muy diferente de obras. Ve el peligro de que en su comunidad haya cristianos que lo sean de nombre y no de hechos. Por eso le resuena la queja de Isaías: "Este pueblo se me acerca de palabra, me honra con los labios, porò su corazón está lejos de mí "(Is 29,13). Es necesaria una fe que no sean palabras vacías, por eso son necesarias las obras que no sean pura ornamentación externa, tal como encontramos también en el libro de Isaías: "El ayuno que yo quiero es éste: ... Comparte tu pan con el hambriento, acoge en tu casa a los pobres vagabundos, viste el que va desnudo. No los rehuyas, que son hermanos tuyos"(58,6-7)

Domingo 24 durante el año
16 de Septiembre de 2012

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