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La resurrección debe ser para el creyente un hecho tan incuestionable, que se puede decir que ya ha ocurrido. Ninguna fuerza, ni ningún poder se podrán oponerse ni impedir que sea una realidad. Esta es la tesis que hoy explica Josep M. Solà ante las lecturas del próximo domingo.

RESUCITAR SÍ, ¿PERO CUANDO?

El texto de la segunda lectura de este domingo corresponde a un fragmento de la carta a los Efesios (Ef 2,4-10). La ciudad de Éfeso fue el campo base de la actividad misionera del tercer viaje de Pablo. Él no había fundado la comunidad, pero vivió tres años en esta ciudad, lo que explica que, hace tiempo, se hubiera pensado que él podría haber sido el autor de este texto del Nuevo Testamento. Algunos manuscritos omiten la referencia de Éfeso en el comienzo de la carta, también se ha pensado que podría tratarse de una circular destinada a un grupo de comunidades. Sea lo que sea, la carta a los Efesios es un escrito del Nuevo Testamento, que se mueve en la órbita de los colaboradores de Pablo, lo evidente por la presencia de algunas de las ideas fundamentales de la teología del apóstol.

El texto de la lectura litúrgica forma parte del primer tramo de la carta (cc.1-3), que expone el plan de Dios escondido desde el origen del mundo, consistente en crear el pueblo mesiánico, donde, tanto judíos como griegos, forman, unidos con Cristo, una única comunidad, que se beneficia del favor generoso y gratuito de Dios.

"Nosotros, que estábamos muertos en el pecado, es por la gracia que hemos sido salvados"(v.5). El texto quiere marcar muy claramente un antes y un después. El antes ha quedado descrito en los versículos anteriores a la lectura litúrgica: Una vida sometida al dios de este mundo, que actúa en quienes son rebeldes y que hace vivan abandonados a los deseos terrenales y llevados por sus impulsos (vv.2- 3).

Es después es que hemos sido salvados, (Dios) nos ha resucitado y nos ha sentado. Sorprende que sitúe la resurrección de los creyentes como un hecho ya acontecido. Hay muchos pasajes de los escritos de Pablo en que esto no es así. La carta a los Tesalonicenses es el escrito de Pablo más antiguo que conservamos, en ella (1 Ts 4,16) se dice que los que murieron en Cristo resucitarán primero. En textos posteriores, donde expone más elaboradamente su pensamiento, se ve que éste, en cuanto a esta cuestión, es el mismo. En 1 Cor 15,22 dice: "Por la unión con Cristo todos volvemos a la vida" y en lo fundamental capítulo 8 º de la carta a los Romanos leemos: "El Espíritu dará la vida". En el pensamiento de Pablo la resurrección se sitúa como un evento más alláde la muerte biológica y nunca como un evento que ya se ha producido.

El afán del autor de la carta a los Efesios en presentar la resurrección como un hecho ocurrido responde al deseo de mostrarse como una realidad incuestionable. Nada ni nadie podrá impedir la resurrección, resultado de la salvación otorgada por la muerte y resurrección de Jesús. La Resurrección no tiene marcha atrás, esto es lo que debe quedar bien claro por los presentes y por los siglos, que vendrán (v.7). Los efesios tuvieron que superar las convicciones, muy extendidas en aquella época, según las cuales poderes intermedios entre Dios y la humanidad gobernaban el mundo y ejercían un dominio y control sobre el comportamiento y el destino de los humanos.

Cuando en 1,21 el texto habla de toda potenciacia, autoridad, poder o soberanía se refiere a este tipo de fuerzas. Cristo los ha derrotado y los ha dejado sin ninguna capacidad ni ningún poder, no pueden oponerse ni interferir en los planes de Dios. Ninguna fuerza o poder puede detener la obra de Dios y obra de Dios es nuestra resurrección.

Domingo 4 º de Cuaresma
18 de Marzo de 2012

http://www.parroquiasantjosep.org/

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