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Por La puntada .

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(Josep Torrens) Defender la independencia de Cataluña es un tema complejo y tiene muchas posibles respuestas, ya sea desde la vertiente económica, social, identitaria, sentimental, etc ... La primera de mis razones es por el derecho que creo que tiene toda persona y todo pueblo a ser, a llevar a cabo su proyecto personal y comunitario de una forma libre y responsable. No hay nadie que si le preguntas, diga que no está a favor de los Derechos Humanos: este es un concepto muy interiorizado por casi todos -otra cosa es el nivel de respeto hacia ellos que se da enla práctica- pero cuando hablas de los Derechos de los Pueblos, la cosa ya no es tan clara.No se sabe bien con qué identificarlo: puede ser una causa indigenista, algo que tiene que ver con el hambre en el mundo, o el derecho que tiene todo Estado a que se le respete su soberanía. Lo cierto es que poca gente relaciona los Derechos de los Pueblos con los Derechos Humanos, y que un pueblo no tiene por qué identificarse con un estado, sino que tiene más que ver con una nación. Mientras un estado es una manera que tienen los pueblos y las naciones de relacionarse entre ellos y de reconocerse soberanos, un pueblo o una nación es la unidad básica de la convivencia entre personas que comparten una cultura, una lengua, una historia, y especialmente una voluntad de reconocerse como tal. De tal manera que los derechos humanos de las personas que forman parte tienen continuidad en la nación que han formado. De hecho hay naciones que están distribuidas por diferentes estados, como es el caso de la nación catalana y la vasca.

Desde el momento que entendemos este concepto de nación, todo debería resultar más fácil. Si yo, nación catalana, tengo dignidad y soberanía natural, una de las primeras cosas que tengo que poder hacer es decidir cómo quiero organizarme políticamente. Si quiero disponer de un estado propio con el que relacionarme con el mundo. Si quiero estar integrado dentro de un estado plurinacional donde nos reconozcamos recíprocamente como naciones las que formamos parte de él. Si quiero fusionar mi nación con otra y así convertirse en una única nación-estado, si quiero una relación federal o confederal, etc. La comunidad internacional lo define como el Derecho a la Autodeterminación.

Hasta ahora no hemos hablado de independencia porque no hay una relación automática entre derecho a decidir o autodeterminación e independencia. Esta no deja de ser, en todo caso, una consecuencia del derecho a decidir, si el pueblo elige democráticamente que quiere crear un estado propio. Y en este momento es cuando enlazo con la segunda de mis razones por lo que he hecho una opción por la independencia.

Quiero un país donde las leyes sean justas y equitativas para todos. Un país que crea en la redistribución de la riqueza y en la solidaridad. Un país que ayude a la plenitud humana de las personas y no deje fuera de juego a los que tienen menos de todo: recursos, capacidades, salud, juventud, etc. Un país sensible con el entorno, el mundo y el universo, que busque el equilibrio entre el bienestar material y el bienestar ecológico, que se sienta responsable del mundo que dejará a las generaciones futuras. Un país que trabaje por la cultura en todas sus expresiones. Que tenga como bandera los valores del diálogo, el pacifismo, el esfuerzo y la colaboración y solidaridad con el mundo, empezando por sus vecinos. Quiero un país que impulse a las personas a descubrir su dimensión espiritual, porque éste es el único camino para superar los egoísmos personales y colectivos. Y tengo por cierto que este país que quiero no lo podré lograr dentro de España, porque somos dos naciones que hemos crecido a partir de valores diferentes, que ahora no tengo espacio para explicar, pero lo cierto es que tenemos una cosmovisión diametralmente opuesta, y esto no querría ser un juicio de valor.

Decidir qué queremos ser, es un derecho. Construir un país mejor para el futuro es una obligación y creo honestamente que ya basta de decir que no somos lo que queremos ser por culpa de otro. Ahora podemos, si queremos.

Josep Torrens es miembro fundador de Iglesia Plural

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