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Por Francesc Riu i Rovira de Villar .

Una primera lectura de la versión provisional de las proposiciones conclusivas de la XIII Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana me ha dejado con una doble sensación: por una parte, parece que quienes han participado en el Sínodo hayan querido dejar constancia de haber hablado de todo lo que pueda tener relación con la nueva evangelización; por la otra, también parece que no se hayan atrevido a decir más cosas que las que ya son evidentes, sin mostrar ningún exceso de creatividad y valentía.

Pero una segunda lectura, más detenida, me ha permitido leer entre líneas y descubrir algunas afirmaciones que me han tranquilizado. Luego he pensado que cuando el papa Benedicto se disponga a redactar la Exhortación apostólica correspondiente, sabrá separar el grano de la paja y ahondar en las cuestiones que son realmente importantes y que, a buen seguro, también han sido objeto de intervenciones personales que no han justificado proposiciones concretas.

Quiero remarcar una de las proposiciones que me han parecido más valientes y que podía haber ocupado un lugar más relevante en el conjunto del documento. Me refiero a la proposición 22, que tiene un título tan breve como sugerente: Conversión. Según mi criterio, con pocas palabras dice mucho más de lo que parece a primera vista. Después de seis líneas introductorias, afirma lo siguiente:

“La Nueva Evangelización requiere una conversión personal y comunitaria, nuevos métodos de evangelización y la renovación de las estructuras pastorales, a fin de pasar de una simple estrategia pastoral de mantenimiento a una acción realmente misionera. La Nueva Evangelización exige una conversión pastoral auténtica, que deberá conducirnos a la adopción de actitudes y el impulso de iniciativas que comporten revisión y cambios en la dinámica de unas estructuras pastorales que ya no responden a las necesidades evangélicas de nuestro tiempo”.

La redacción podría ser más lineal y más clara, pero creo que dice más de lo que se puede intuir con una lectura rápida. Lástima que, en otras proposiciones, los autores del documento no hayan intentado ser más concretos y se hayan limitado a exponer buenas intenciones. Pero, como he dicho, se trata de una versión provisional. El documento preparatorio del Sínodo ‒los Lineamenta‒ es bastante más explícito.

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