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El posible retorno de los lefebvrianos a la plena comunión con Roma se encuentra en un callejón sin salida. Tras años de negociaciones y continuos gestos de acercamiento, el Vaticano ha trazado la línea roja que no está dispuesto a cruzar: si los seguidores del arzobispo cismático francés Marcel Lefebvre desean reconciliarse con la Santa Sede, deben aceptar el Vaticano II. Cuando lo hagan, se les acomodará dentro de la Iglesia católica por medio de una prelatura personal, una figura canónica ya utilizada para el Opus Dei.

Por su parte, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), fundada en 1970 por Lefebvre, no da señales de que vaya a transigir en este punto, pues sigue insistiendo en que todos los males de la Iglesia vienen de las reformas conciliares.

Cuenta los detalles este reportaje de Vida Nueva.

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