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Pronto hará un año de la conversación que Benedicto XVI mantuvo con 5 astronautas que estaban en la estación espacial internacional. Una conversación interesante que recogía las impresiones de unos hombres que desde el espacio abierto contemplaban nuestra tierra, el bello planeta azul.

Cinco fueron la preguntas que el Santo Padre les dirigió, todas relacionadas con lo que ellos estaban experimentando. Los receptores de las preguntas eran tres estadounidenses y dos italianos. Las respuestas comunican unos mensajes cargados de belleza, de espíritu global, de valoración científica y de fe.

Entre otras cosas decían que desde la plataforma no se ven las fronteras, el planeta azul es una unidad, flotante, protegida por una atmósfera que es como una ligera hoja de papel. Nuestra tierra es un oasis muy frágil del universo. Desde tan arriba parece absurdo que los humanos se peleen, que haya tanta violencia, absurda violencia. Entienden que, en gran parte, las guerras se producen a causa de los recursos, en especial los energéticos. Toda la plataforma vive del gran recurso solar, que la tecnología ha sabido aplicar con éxito, y que muestra una capacidad energética ilimitada que podría dar respuesta a las necesidades del planeta. Explican que les une una notable alegría cuando constatan que muchas naciones han colaborado en la construcción de la plataforma, y ​​que, por tanto, la unión debe ser un instrumento constructivo de una tierra para todos. No siempre miran abajo, muchas veces miran hacia el ¡universo y, desde esta mirada, piensan en los niños y jóvenes que en el futuro deben estar abiertos a la realidad de un universo tan notablemente rico en posibilidades.

La conversación, otras veces, se fijaba en situaciones humanas. Así un astronauta había perdido a su madre mientras él estaba en la plataforma espacial. El Santo Padre le hacía llegar sus condolencias. Y él explicaba la importancia capital de los compañeros en una situación como la que había vivido tan lejos de la familia. Al final Benedicto XVI les animaba a seguir trabajando por el progreso de la ciencia y la técnica y los bendecía en el nombre de Dios.

El bello planeta azul, en medio de un universo increíble. Una tierra que nos llama a la justicia, al progreso, al respeto, la compasión y la fraternidad. Sin tener que subir a la plataforma, también desde el interior del corazón podemos intuir que una nueva sociedad es posible. El planeta azul, casa para todos, HOGAR DE UNA NUEVA HUMANIDAD.

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