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Por Josep Gallifa .

En estas fechas son muchos los jóvenes que se plantean escoger estudios y entrar a la Universidad. También son muchos los padres pendientes de esta decisión dándoles apoyo y los tutores y educadores orientándolos. Se trata de una decisión importante para la persona, ya que seguramente marcará su futuro profesional, aunque puedan haber oportunidades posteriores de reconducir o modificar esta primera decisión.Quien más quien menos se ha encontrado alguna vez con jóvenes que preguntan o con padres que te piden un consejo sobre cómo orientar sobre los estudios de los hijos, especialmente son los padres de mi generación que tienen los hijos en edad preuniversitaria y universitaria.

Decir ante todo que ya se sabe que la Universidad no es la única opción, que está también la FP y que es también una opción a considerar. Sin embargo la Universidad es una buena opción para el futuro ya que abre la puerta a las profesiones intelectuales que requiere la sociedad del conocimiento en la que estamos. Trataré pues de la elección de estudios universitarios, también porque es el ámbito que más conozco.

Para simplificar haremos un paralelismo con el acto de sembrar (símil de la parábola del sembrador): Para que crezca un árbol vigoroso y robusto es necesario primero una semilla adecuada (que ya tiene el potencial del árbol que un día será) y luego la tierra adecuada que reúna las condiciones para facilitar el crecimiento.

El nivel de la semilla es lo que podríamos denominar el elemento vocacional que todos tenemos. No hay nada más inadecuado y poco satisfactorio que estudiar para una profesión para la que uno no está interesado o motivado. Cuando estudiaba matemáticas muchos compañeros decían: "no me quiero dedicar a la enseñanza", que era la salida más habitual y es finalmente a lo que han acabado dedicándo la mayoría. La profesión es una parte de realización muy importante en la vida, es mejor pues que, si puede ser, sea también una fuente de realización personal. Siempre, pero sobre todo cuando uno es joven, hay que intentarlo!

Y ¿cómo se puede conocer la propia vocación? Hay varios aspectos aquí: Uno es el "¿qué me gustaría ser?". Es decir aquello de "qué quiero ser cuando sea mayor". Hay personas que desde muy pequeñas ya lo saben. Son los menos casos, pero los hay. Lo más habitual sin embargo es que hay que elegir y decidir entre varias opciones, teniendo en cuenta muchas variables y eso a veces hace más compleja la decisión final. Para ello hay información sobre estudios y sobre salidas profesionales, que afortunadamente hoy está muy al alcance en las web, o en las sesiones informativas de las universidades.

Otra dimensión es el "¿Qué me gusta estudiar, qué materias se me dan mejor?" Todos tenemos capacidades y talentos diferentes y en la carrera uno tendrá que pasar muchas horas estudiando y trabajando en unos contenidos concretos. Es mejor, por tanto, hacerlo con materias que a uno le gusten, ¿no? A veces se tienen intereses amplios y a uno le gusta más de una cosa. Así pues puede ser un procedimiento adecuado descartar estudios que son un "no" seguro, y dentro de los posibles "sí" valorar los "pros y contras". Conviene no perder de vista la profesión que hay detrás, la formación que uno quiere recibir, el "¿qué me gusta?", Y también el "¿para qué sirvo?".

Porque otro aspecto a considerar es "¿Para qué sirvo más? ¿Cómo podré ser más útil a la sociedad? ¿Cuáles son mis cualidades personales? "Por ejemplo si una persona tiene habilidades relacionales será más adecuada para ella una profesión de contacto interpersonal y de relación que no una profesión más solitaria y mental. Una persona, en cambio con habilidades técnicas y científicas, podrá elegir una profesión de ingeniería o ciencia donde pueda manifestar su potencial. Una persona que quiere ayudar a los demás una profesión relacionada con la salud, la educación o el servicio a la comunidad, etc. Esta dimensión se ve a veces mejor desde fuera. Por eso es tan importante el diálogo con los padres y educadores. Este diálogo sólo se puede hacer en un clima de confianza y respeto por la decisión de los hijos, pero teniendo en cuenta todos los elementos que están implicados y las consecuencias de las decisiones. A veces los hijos no quieren estudiar lo que les gustaría a los padres, y este diálogo pone a prueba la confianza mutua. Un clima de diálogo padres-escuela/instituto también puede contribuir a hacer una buena elección.

Un efecto colateral de la crisis actual es que seguramente no hay que elegir estudios sólo porque "si escojo esta carrera seguro que tendré trabajo". Los comienzos profesionales finalmente no son fáciles seguramente en ninguna carrera. El trabajo ya vendrá, lo importante en la edad de estudiar es formarse en lo que uno le gusta, su vocación. Con perseverancia se alcanzan con el tiempo los objetivos deseados. Por otra parte algunos se pueden preguntar: "¿Y si me equivoco en la elección?" A veces después de un primer año uno se da cuenta que lo que ha escogido no es lo que quería. Aquí hay que tener presente que un año no es tan importante, que siempre se puede cambiar. Ahora bien, las decisiones que se van tomando van orientando el futuro: escogiendo un camino se descartan otros.

Vamos a la otra dimensión importante, que a menudo no se tiene tanto en cuenta: La tierra que ha de hacer crecer la semilla. Una vez que ya se sabe el "qué" viene un aspecto también importante que es "donde". En Cataluña hay una amplia oferta universitaria, con propuestas de universidades muy diferentes. Aquí también hay que hacer un discernimiento antes de decidir por matricularse en una universidad u otra. No es recomendable escoger por variables de comodidad, como por ejemplo "la facultad está cerca de casa". Puede ser aconsejable hablar con familiares o amigos que hayan estudiado en una u otra universidad y tener una opinión directa de su experiencia. Las webs, cuando tienen finalidad propagandística, a veces dan unas expectativas que son diferentes de la realidad. Para escoger bien una institución se puede tener en cuenta, entre otras cosas, cuestiones como: el arraigo de la institución universitaria a la sociedad, la consideración en el ámbito profesional concreto, la facilidad de inserción profesional de los graduados, el prestigio de los profesionales formados en la institución, la calidad de la formación básica que luego ya se adaptará a las necesidades del mundo del trabajo, la calidad del servicio material y humano, las instalaciones y laboratorios, la red de contactos a partir de las instituciones donde se hacen las prácticas, el "networking" que uno desarrollará, etc.

Un aspecto que a veces pasa por alto es la importancia de la formación integral. Algunas universidades han desarrollado totalmente el paradigma de la universidad moderna y se han vuelto más y más especializadas, con poca consideración por la totalidad de la persona, y-digámoslo todo-a menudo con cosmovisiones muy materialistas y pragmáticas, que sostenidas por muchos profesores al final influyen en los estudiantes.

Yo ahora hablaría de los centros de mi universidad, convencido de que son una de las mejores opciones, pero no quiero que se diga que hago proselitismo. Lo que quería es sólo esto: dar algunos elementos básicos de discernimiento a los jóvenes, familias o educadores que están en este proceso de elección de estudios.

Para los que estéis en este proceso os deseamos una buena elección!

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