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Ante una Europa donde la asiduidad a los sacramentos cristianos es cada vez más reducida y la población se reconoce cada vez menos en el catolicismo, Italia representa una excepción patente no sólo a simple vista en las iglesias, sino también en las estadísticas. No es que sea un baluarte inexpugnable de la fe, pero al menos está al frente en cuanto al sentimiento de vinculación al catolicismo.

Así lo pone de manifiesto un libro publicado hace unos pocos meses por el reconocido sociólogo transalpino Franco Garelli, titulado Religione all'italiana, el alma del Paese messa al nudo. Según el estudio llevado a cabo por un equipo dirigido por Garelli, el 86,1% de los italianos se declara católico. Entre los creyentes, el 45,8% está absolutamente convencido y tiene una fe granítica, el 25,1% puede haber dudado en algunos momentos, y el 11, 8% admite tener una fe que va y viene.

Estos datos, sin embargo, no siempre van acompañados de un seguimiento riguroso de las indicaciones del magisterio. Por ejemplo, según el 70% de los entrevistados se puede ser buen católico a pesar de estar en desacuerdo con la Iglesia en las cuestiones de materia sexual. Y, de hecho, el 73% afirma que es favorable al uso del preservativo, mientras sólo el 6,6% dice que recurre exclusivamente a métodos naturales para prevenir el embarazo. En cuanto a temas más complejos, como el aborto, el 12,4% lo admite siempre que la mujer lo quiera, el 53,6% lo admite en caso de violación, malformación fetal o peligro para la vida de la madre, y el 23,1% cree que no es lícito en ningún caso.

En Italia, hay un fuerte arraigo en la fe familiar, heredada. La práctica constante no será masiva, pero en la gente resiste indefectiblemente la simbología, ciertas imágenes, algunos sacramentos. Sólo en la ciudad de Roma, por ejemplo, según datos de la diócesis, en el año 2010, de 25.000 niños nacidos, se bautizaron 20.000.

Según Franco Garelli, los italianos viven un catolicismo "hecho a medida" y tienen con la religión una relación "flexible, selectiva", "la persistencia de este catolicismo de las intenciones o de la forma es el dato más paradójico de la época actual. El pluralismo religioso y cultural no produce necesariamente el abandono de los referentes de la fe, pero condiciona su expresión ".

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