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La absorción de UNNIM por parte del BBVA ha pasado de manera discreta y en medio de una cierta incapacidad de todos, en especial, de los poderes públicos catalanes. Sin casi darnos cuenta, las cajas comarcales catalanas se han disuelto dentro de estructuras financieras estatales, con todo lo que ello supone de pérdida de poder financiero territorial y de progresiva desaparición de las obras sociales, que han jugado un papel muy importante en la prestación de servicios sociales y en la dinamización de la vida cultural de estos territorios. La crisis financiera internacional, las inversiones en el sector inmobiliario, sueldos injustificables y falta de transparencia en la gestión han facilitado el hundimiento de estas cajas.
Muy pronto, sin embargo, nos hallaremos ante la probable venta de CatalunyaCaixa, hoy propiedad en un 90% del FROB. Esta caja, como sabemos, por el volumen de sus activos y por su capilaridad en toda Cataluña, es una institución muy valiosa para entidades financieras estatales que quieran penetrar y ganar cuota de mercado en Cataluña. Estamos a las puertas de una nueva pérdida muy seria. Estamos a las puertas de una nueva derrota colectiva. Y todo ello, en el mayor de los silencios. Hacemos grandes asambleas para pedir la independencia o los pactos fiscales y cerramos los ojos ante una pérdida que, en muchos sentidos, puede ser irreparable.
La única salida ¿es la venta a bancos estatales? ¿No sería el momento de buscar salidas públicas o cooperativas para asegurar el futuro de CatalunyaCaixa? ¿No sería el momento de proponer un modelo en el que los poderes públicos, los empleados y los clientes, que podrían convertirse en accionistas, lideraran una propuesta cooperativa para reinventar esta caja? Con códigos claros de transparencia, con limitaciones estrictas de sueldos e indemnizaciones, con limitaciones en lo que se refiere a las operaciones financieras fuera de Cataluña, en mercados de futuros y en préstamos arriesgados.
Cataluña tiene otras dos instituciones financieras muy sólidas con voluntad de actuación todo el Estado y el mundo: Caixa de Pensions y Banco de Sabadell. Son dos instituciones que han mostrado su firmeza en estos momentos de gran dificultad. Con todo creo que Cataluña no puede perder CatalunyaCaixa. En Cataluña nos hace falta otra caja arraigada en el territorio, que favorezca las inversiones y los emprendedores locales, comprometida con el país y sus ciudadanos. Es el momento de reinventarla y no de venderla, es el momento de promover un caja asentada en un modelo cooperativo y social al servicio del país.

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