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HOMILIA DG-QR-B01 (Mc 1,12-15)

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De vez en cuando, llega un diluvio. En los últimos años, hemos sufrido un tsunami en Indonesia, un seísmo severísimo en Haití, una catástrofe nuclear en Japón ... Más cerca de nosotros y salvando las distancias, estamos sufriendo los recortes. Periódicamente, el universo se enfurece y decide romper el orden cósmico para dejar bien claro quién es aquí el que manda.

Yo prefería cuando era Dios quien se enfurecía y no el universo, el cosmos o Gaia. Todos estos son ciegos y su ira también lo es. Destruyen sin razón y sin ninguna finalidad. Es un poco lo que pasa con los actuales recortes, que parecen ciegas e indiscriminadas y, lo que es peor, que nadie sabe decirnos si sacamos algo positivo de ellas. En cambio, cuando era Dios quien se enfurecía, y no la fatalidad o el "sistema capitalista", salíamos siempre de la calamidad con una promesa renovada: «pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza.»

Los recortes es un problema, muy serio en muchos supuestos, revisable en otros, pero al fin y al cabo, la mayoría reconoce que son necesarias. Hay mucha gente dispuesta a asumirlas como un mal menor el tiempo que haga falta, mientras se gesta algo. El problema radica aquí: se está gestando algo?

Empezó hace días la cuaresma, de acuerdo; ayuno y abstinencia, los guardaremos, pero necesitamos intuir, aunque sea de lejos, la "pascua" (una nueva configuración social, unas nuevas relaciones económicas, una nueva forma de hacer política ?) que dé sentido a todo esto y para la que vale la pena ir se preparando.

A Jesús también le cayó encima un "diluvio" plagado de recortes. En el desierto, durante cuarenta días, soportó todos los embates del tentador y aprendió el valor de la fidelidad "entre los animales salvajes y alimentado por los ángeles.» Cuando el Espíritu nos empuja al desierto, no es para llevarnos a un hotelito de cinco estrellas en una haima, sino para dejar que Satanás lo ponga todo patas arriba con sus recortes indiscriminados.

Pero ocurre que, de golpe, el viento se detiene, la arena se decanta, el ruido se apaga ... Es el silencio: no poner la mente en blanco, sino lo que queda después de que todos los gritos, los dolores y las preguntas se han expresado y, de repente, callan. Del desierto se sale muerto, loco o con una palabra. Jesús salió con esta palabra: «Ha llegado la hora y el reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en la Buena Nueva. "Cuánta arena, cuantos gritos, cuántas tentaciones, en cuanto silencio le hizo falta? Dios lo sabe, pero lo cierto es que de esta palabra vivió y por esta palabra dio la vida.

Es cuaresma, sí, alegraos: la última palabra en la vida no la tienen los recortes, sino la Pascua.

(El ambón es una recopilación semanal del blog "La homilia del Marc")

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