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(Marianistas)

Un año más nuestros pasos avanzan por el camino de la cuaresma, un tiempo de conversión en la respuesta a la llamada a la que un día Jesús de Nazaret, el Cristo, nos invitó. Un tiempo también de revitalización de nuestra sensibilidad por el dolor de los seres humanos.
Este año queremos fijar nuestra mirada, corazón y razón en la realidad de los derechos humanos de las personas que viven en los cuarenta últimos, los cuarenta países con menor Indice de Desarrollo Humano, según el Informe Anual 2011 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Lo hacemos unidos al dolor social de quienes son víctimas de violaciones de sus derechos, y también al testimonio de quienes, en medio de dicha realidad, abrazan la responsabilidad de la denuncia, la promoción y la defensa de esos derechos.
El texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, señala en su preámbulo:
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajante para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada de la persona, el advenimiento de un mundo en el que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de conciencia...
Esta toma de conciencia de los actos de barbarie pasados y presentes, este conocimiento de las dimensiones del dolor y destrucción de los seres humanos, es una suerte de memoria colectiva planetaria de la que somos herederos y continuadores.
El camino de la cruz y la afirmación resucitada de Jesús de Nazaret alimentan pedagógicamente este compromiso como defensores de los derechos humanos. Conectarse con esta corriente histórica, contribuir a su desarrollo y vivir desde esta ética es una tarea humana y cristiana permanente. Una tarea que conlleva un triple compromiso: la denuncia de las situaciones de violación a la dignidad humana, la exigencia de respeto y aplicación de los derechos de las víctimas y la lucha contra la impunidad de los crímenes internacionales. (seguir leyendo)

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