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Por Ramon Bassas .

Algunas personas me preguntan acerca del Congreso que los socialistas españoles han celebrado este fin de semana, me imagino por la inercia del tiempo que he estado metido de lleno a la política. Obviamente, estoy informado (no más que otros ciudadanos, por cierto), tengo mis opiniones, tengo, sobre todo, muchas dudas y tengo la certeza de que un evento así y todo lo que se deriva no se puede masticar con poco tiempo y sólo con las opiniones propias. Cosa rara porque todo el mundo lo hace al revés. Espero, por eso soy militante (de base, ahora), de tratarlo con los compañeros de mi partido, de escuchar también lo que dice la gente que no milita y ponerse, de nuevo, en el camino que un día cogí para tratar de contribuir a dejar este mundo, o este país, en unas condiciones un poco mejores en que me lo he encontrado. Mirad si soy moderado.

¿Aguantamos demasiado?
De modo que esperaré a ver la letra y la música de una canción que no me ha gustado nada, repetida con algún matiz por los dos candidatos a la secretaría general, Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba. Esperaré porque es muy probable que -contra los discursos en los que se presentaron ambos candidatos- lo que haya aprobado el segundo partido más importante de España sea mucho más digerible y -seguramente- compartido. Pero, por una parte, la candidata catalana abogaba por un estado laico "con todas las consecuencias" que aboliera "tutelas" y "privilegios" porque "llevamos treinta años aguantando demasiado". El candidato ganador introducía un elemento de más fondo, pero en el mismo sentido. "En 30 días han hecho un retroceso de 30 años", dijo del nuevo Gobierno del PP. "Si cada vez que la derecha llega al poder vuelve a imponer dogmas que sólo son de algunos, nosotros tendremos que revisar también las normas de la Transición", añadía. Glups. ¿La monarquía? ¿El estado de las autonomías? ¿La pena de muerte? ¿La economía de mercado? No."El PSOE se replanteará seriamente la revision del Acuerdo con la Santa Sede". Vaya, qué descanso.
Es decir, si el PP hace mala política, recibirá el Vaticano. Como os podéis imaginar, el Vaticano no recibirá; sobre los acuerdos con la Santa Sede se sustentan parroquias, organizaciones asistenciales o los profesores de religión, por ejemplo, y resuelven (como sea, pero lo resuelven) un difícil encaje histórico que ningún otro statu quo jurídico ha resuelto tan bien los últimos doscientos años. Ni el nacionalcatolicismo, obviamente, ni las desamortizaciones, ni ningún otro. Si los socialistas tenemos alternativa sobre estas cosas, bienvenida sea.
Los católicos, al menos muchos de los que yo conozco, son los más críticos con la propia Iglesia y los que más he oído reclamar un cambio o -simplemente- la derogación de los acuerdos, ya que no tienen nada que ver con el Evangelio y, más bien, contiene algunas cosas que chocan contra él. Pero no estamos hablando de un congreso de católicos sino de gente de izquierdas que quiere ser alternativa de Gobierno de un país donde la religión ha tenido un peso brutal, para bien y para mal. Y que -como decía antes- muchos de los intentos de encajar el hecho religioso a la modernidad (liberal, republicana ...) han fracasado. No convendría para nada que ahora también fracasaran.
¿Queréis decir?
En primer lugar, porque, y eso que me esfuerzo, me cuesta mucho identificar estos privilegios o, cuando los percibo, de verlos como agravio hacia los ciudadanos, fuera de alguna excepción, claro. ¿Las exenciones fiscales de miles de templos o monasterios desde el prerrománico hasta ahora, lo son? ¿Los conciertos educativos con organizaciones religiosas (o su 99%) que consagró la LODE de Felipe González (y que favorecen una única red educativa) son un error? ¿Podemos prescindir de la amplia red asistencial que gira alrededor de la Iglesia? ¿Echaríamos los miles de profesores de religión a la calle? ¿No hicieron bien Felipe (1986) y Zapatero (2008), contra la inacción de todos los gobiernos del PP y pese a las tensiones, cuando negociaron con la Santa Sede la ampliación de los acuerdos de finales de los setenta?
Pero, a pesar de ser importantes, estas preguntas no son las más importantes, al menos por un partido de izquierdas. Entiendo, porque a mí también me pasa, que no nos gusten muchas de las cosas que contiene: la separación de roles entre hombres y mujeres, por ejemplo, o una frecuentemente ridícula casuística sexual. Pero, a ver ¿hay que proscribir las opiniones que no compartimos? Al menos, durante la dictadura, se aceptaba que las corrientes democráticas de la cultura, la política y la Iglesia dialogaran, en condiciones mucho más adversas. ¿No es una buena oportunidad, cuando dos no están de acuerdo, justamente para el diálogo? ¿Es que no nos creemos suficientemente los argumentos como para confrontarlos? Diría más: ¿no es cierto que socialistas e Iglesia tenemos también objetivos comunes? Los pobres, por ejemplo. Y, más que los pobres, una vida con sentido. Este es el principal objetivo, aunque muchas veces no lo parezca, del conjunto de códigos, textos y rituales que envuelven en muchos casos la dimensión religiosa inherente a las personas. Y la dignidad de la persona pasa por reconocer todas sus dimensiones para que las pueda vivir en plenitud. ¿O no? Ahora se abre un tiempo de mayor complejidad religiosa ¿La mejor manera de afrontarlo es reprendido la confesión mayoritaria? ¿Alguien me puede decir qué problemas reales resuelve esta obsesión?
Como confío bastante en Rubalcaba, sé que podremos responder bien estas preguntas, aunque "no podamos aguantar más" y otros dolores de vientre que a veces (y no digo que sin justificación) atacan al bebé que somos, con enfermedades infantiles que han salido muy caras.
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