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El concepto de hospitalidad nos ha acompañado a lo largo de toda la historia de la humanidad. Ciertamente han ido cambiando sus formas y expresiones, pero podemos decir que se trata de algo inherente a la tradición humana, ya que forma parte del movimiento de interrelación entre personas. La hospitalidad es este movimiento de acercamiento y acogida al otro.
Algo tan básico pero a la vez tan indispensable para poder establecer un núcleo de relación entre personas, que es vital para el progreso y la supervivencia. La hospitalidad es este acoger en la propia casa al otro, compartir lo que uno tiene pero siempre en función de la necesidad del otro - como afi rma el profesor Francesc Torralba en su libro “Sobre la hospitalidad”-. Proporcionar lo suficiente para que el otro adquiera su autonomía y no quede atrapado por el que acoge, sino que le disponga para seguir su proceso autónomo.
Individualmente partimos de la experiencia de la hospitalidad maternal que refl eja muy bien lo que después reproduciremos a lo largo de la vida. La mujer/madre acoge en su propio interior a otro ser, lo alimenta con su propia vida y lo protege hasta que madura lo suficiente para ponerse de parto. No lo abandona lo sigue atendiendo progresivamente y de forma distinta conforme este ser va adquiriendo su autonomía. Entre ambos, se establece una relación afectiva que acompaña un proceso natural.
La hospitalidad no es algo que se inventa, ni que se añade a los procesos vitales, sino que emerge en un contexto determinado cuando se dan unas formas concretas y se es capaz de conceptualizarlo como tal, es poner nombre a un movimiento humano, una dinámica, que no siempre surge de forma espontánea, pero que una vez se opta por ello se retroalimenta y desarrolla. Ello es lo propio de los valores que se caracterizan por:
- Marcan un estilo concreto, por tanto configuran una realidad.
- Se transmiten por “contagio”, cuando uno vivencia su importancia o trascendencia lo acoge como “valor”. De este modo, la hospitalidad es algo vivencial, de lo que se hace experiencia, se interioriza y ésta es su principal vía de transmisión.
- Los valores los podemos agrupar en valores de mínimos y en valores de máximos, de tal manera que siempre hay un recorrido para seguir desarrollando a partir de un consenso muy universal.
- Pertenecen al mundo de los ideales y por tanto tienden al infi nito. De ahí la importancia de la metodología. Siempre podremos añadir valor al valor.
- Se trata de algo dinámico y cambiante que por tanto requiere, tiempo, adaptación y asimilación.
La cultura se confi gura desde aquellos valores a los que damos prioridad. Promover una cultura de hospitalidad es optar por todos aquellos valores y sus expresiones que van tejiendo un entrono, unas vivencias, gestos y acciones, que identifi camos como positivas, de búsqueda del bien del otro, de desarrollo de la persona que lo ejerce y de la que lo percibe, y que aglutinamos bajo el concepto de hospitalidad. Una cultura se caracteriza por su estimativa, por su forma de priorizar valores. Los valores como tal son a veces difíciles de captar, como afirma Adela Cortina, son cualidades positivas de las cosas que para ser captadas, necesitan de un sujeto que los capte. Los valores no son
“relativos” sino que son relacionales. Es así que la hospitalidad se ejerce en este marco de intercambio de relaciones entre personas, bien sea de tipo profesional, de acompañamiento, de apoyo o de amistad.
El fi lósofo Daniel Inerarity, señala la hospitalidad, su ética, como un valor en auge en el contexto de nuestra sociedad actual: “La ética de la hospitalidad posee una vigencia particular en un momento cultural atravesado por el confl icto entre los imperativos de la modernización y el crecimiento por un lado, y por otro, las exigencias de una ética de la salvaguarda, el cuidado y la protección. Ante la experiencia de la fragilidad general del mundo, asistimos al nacimiento de una poderosa sensibilidad a favor de la solicitud, que se esfuerza en frenar las fuerzas de la destrucción, de la negligencia y de la modernización a ultranza” Desde lo concreto de lo cotidiano hasta los planteamientos de corte más estratégico, son susceptibles de ser construidos y vividos en clave de hospitalidad. Cuando el valor es considerado de verdad valor, éste se “estima”, se desarrolla y pasa a ser un elemento identitario de las personas y de las instituciones.

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Hermano Quim Erra. Director de Curia Provincial. Responsable del Grupo Provincial de Transmisión de Valores

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