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Por Jordi Llisterri i Boix .

Este martes, la festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, ha coincidido con dos polémicas muy aparatosas en los medios, la de Blázquez sobre el pregón de la vicepresidenta casada por lo civil, y la del arzobispo Pujol hablando de las mujeres y los homosexuales. En un almuerzo de periodistas católicos de este martes ha sido, obviamente, tema de debate.

Es triste que con todo lo que pasa en la Iglesia -los lectores de CatalunyaReligió.cat son testigos de lo mucho que sucede- los asuntos de máxima proyección sean estos. De hecho, para mí la noticia sería que el arzobispo Pujol defendiera la homosexualidad y Blázquez el divorcio. Eso si que sería un titular, como el de este artículo. En cambio, la postura de la Iglesia sobre estos temas es bien conocida. No es ninguna novedad y repetirlo no lo hace más noticiable.

Creo que aquí se mezclan, al menos, tres cosas que son diferentes, pero que sumadas son explosivas -y me centraré en el caso del arzobispo Pujol que conozco más de cerca.

La primera es que en estos temas la doctrina católica es poco compartida socialmente. Por lo tanto, por muy bien que se quiera explicar serán unos temas que difícilmente encontrarán comprensión fuera de la ortodoxia católica. Un debate es si habría que planteárselo de otra forma, pero mientras la cosa no se mueva, si la expresión rápida e improvisada a una pregunta no es muy afinada, el revuelo está garantizado.

La segunda es que -como sufren todas las instituciones y colectivos- la simplicidad de los medios se mueve por unos apriorismos fáciles. En el caso de la Iglesia, que son los carcas y obsesionados con el sexo, excepto si la entrevista se hace a una monja guay. Por lo tanto, es inevitable que en una entrevista con un obispo salgan siempre temas como la familia, la mujer, la homosexualidad, aunque ya sabemos qué dirán. Se espera obtener algo: si se desvía de lo que se supone que dirá, ya tenemos titular, y si se ajusta a lo que dicen normalmente los representantes de la Iglesia, también.

Y, la tercera, es la dinámica actual del periodismo fast-food (dentro de dos días a nadie le interesará este tema). En principio, un titular debe llamar la atención pero a la vez debe sintetizar algún elemento clave que resuma el contenido de lo que se explica. No es el caso, por ejemplo, de la entrevista de casi media hora al arzobispo Pujol. El titular sobre la homosexualidad o la ordenación de las mujeres no responde en absoluto al conjunto de la entrevista. Es llamativo y textual, pero no representativo.

En realidad, le invitaron a hablar de un libro que cuenta su vida personal y es de los pocos obispos del mundo que se preocupa por explicar en un blog todo lo que hace y todo lo que le preocupa. No recuerdo, que de estos dos temas haya hablado nunca en el blog, y cuando me llegue el libro os podré decir si los trata, que no lo creo.

Este es el terreno de juego, y hay que saber jugar. Astutos como las serpientes. No valen excusas cuando se queda mal porque la comunicación mediática es una técnica sobradamente documentada.

Pero eso no quita que, al igual que nos podemos rebelar contra lo que debería evolucionar en la Iglesia, también nos rebelemos contra la dinámica actual de la información, en la que la dictadura del EGM nos hace mucho daño. Nos lleva a vender noticias, titulares, que no es lo mismo que hacer periodismo. Y dentro de este circo, ahora les ha tocado pagar a dos arzobispos, de uno de los cuales puedo dar fe que, ante todo, es una buena persona.

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