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HOMILÍA-B-BAUTISMO DEL SEÑOR (Mc 1,7-11)


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«Hay todo un movimiento de madres que se comen las placentas. Algunas comadronas aseguran que las madres se recuperan antes del esfuerzo. Los defensores de esta dieta explican que muchos animales también lo hacen. Incluso corren algunas recetas ... »Perdonad que empiece de esta manera más bien abrupta, se trata de una noticia que leía la semana pasada en un diario digital catalán.

Puedo tener mis dudas sobre el gusto de la placenta, pero no tengo motivo para dudar de sus efectos benéficos. Ni el envoltorio que nos ha incubado antes de nacer ni el líquido que nos ha nutrido en la etapa embrionaria pueden ser malos. No es cierto, como dicen los psicólogos, que hay en nosotros la nostalgia de un retorno a la placenta, a la vida anfibia que llevábamos en el líquido amniótico?

La rotura de aguas es el acto más traumático de nuestra existencia, sólo superado por la muerte. Si nos lo preguntaran antes de nacer, lo último que quisiéramos es salir a la luz. Nos puede la nostalgia de aquel medio amniótico donde la memoria todavía no existía, ni el tiempo nos urgía, ni la muerte nos esperaba. No deja de ser curiosa la cercanía fonética que se da en griego entre "amnios", que significa "membrana", y "Mneme", que significa memoria, de donde deriva "amnesia", es decir, olvido.

Lou Marinoff, en La Contra de LV, repetía una obviedad: «la principal causa de mortalidad es el nacimiento." Pues bien, el bautismo de Jesús nos advierte que se ha roto la frágil membrana que nos separa del nacimiento, del tiempo, del dolor y la muerte. La frágil membrana que por tanto nos separa de la vida.

Si queremos nacer de nuevo-y la fe es lo que nos promete-es necesario que la luz descarriado la membrana que nos rodea y alguien nos arranque del agua con una buena tirón. Si no, aún estaríamos. La fe tiene algo de tirón enérgica por parte de Dios, porque francamente, si dependiera de nosotros ...

El bautismo de Jesús es la rotura de aguas de la humanidad, significado por el desgarro del cielo, que hace posible la salida a la luz de su memoria salvífica. Y es que necesitamos entender que la fe no es nuestra capacidad de reconocer a Dios, sino la invitación a dejar que Dios nos reconozca: «Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco». Cuando esto sucede , nos olvidamos definitivamente de la placenta.

(El Ambón es un resumen del bloc "La homilia del Marc")

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