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Por lo que he percibido del III Congreso Protestante de Cataluña se encuentra en una encrucijada importante que condiciona su futuro. Uno de los temas que preocupa a la amplia familia protestante es asegurar su impacto en la sociedad catalana. Durante los días del congreso se ha tratado de recoger la experiencia del pasado y vislumbrar cómo ganar relevancia y peso específico en el ámbito cultural de Cataluña. La historia del protestantismo catalán está llena de buenos ejemplos de la presencia de los evangélicos en la sociedad, tanto a través de sus iglesias como de las obras culturales y sociales. Pero ahora los tiempos son nuevos y se necesitan nuevas respuestas. Respuestas que afectan a la espiritualidad personal, pero que también se inscriben en el ámbito de la relevancia de las iglesias y del mensaje protestante.

En una interesante ponencia, David Garrofé, ha situado el mundo evangélico catalán ante la cuestión de la relevancia social. Dice que ésta es la "capacidad de sobresalir, de elevarse por encima de la diversidad media para ser reconocido por la importancia de su aportación". Dice que hay que pasar del tiempo de las lamentaciones, que muchas veces pueden ser meros pretextos, a entender que es necesario tener una estrategia y una agenda concreta para el pueblo evangélico del siglo XXI.
David Garrofé propone que hay que "renovar la visión de forma contextualizada, entender de nuevo cuál es la voluntad de Dios" para los protestantes y para toda la humanidad, sea o no sea creyente. Hay que trabajar en los próximos años para "generar una dinámica global que lleve a pasar de la actual notoriedad social a una mayor relevancia social individual y colectiva de signo positivo". Por ello, dice, es necesario construir un nuevo discurso, potenciar ámbitos de debate y de pensamiento crítico y creativo para "identificar cuál sería el posicionamiento de Jesús ante el discurso de nuestra sociedad para poder influir y modificarlo en la medida de lo posible". Porque la comunidad evangélica quiere estar activamente presente en los grandes debates contemporáneos: globalización, inmigración, bioética, política y economía, justicia social, etc... Todo un ambicioso programa de actuación para la familia evangélica para los próximos años.

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