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Por La puntada .

Este es el escrito, del obispo Agustí Cortés, de Sant Feliu de Llobregat, que introduce el material del objetivo diocesano de este año, que lleva el título de "El compromiso social del cristiano" y que parte del trabajo realizado el curso pasado por el Equipo de Pastoral Obrera del obispado.

Que la realidad social hoy nos golpea el corazón, parece algo evidente. Por la vía de una grave crisis económica, ha penetrado el sufrimiento en la vida cotidiana, en los ámbitos de la política y, incluso, de la cultura. Todos, por tanto, estamos afectados. Sólo aquel que vive encerrado en su aislamiento egoísta, incapaz de abrirse al sufrimiento del otro, con ojos sólo para el propio problema, podrá mantenerse al margen de una sociedad que gime.

El ser humano tiene un recurso natural psicológico por el que la persona se abre al sufrimiento ajeno: es la sensibilidad hacia el dolor, la capacidad de empatía y la compasión. Esta sensibilidad reacciona ante el estímulo de una realidad palpable e impactante, y es el origen de no pocos compromisos en favor de los demás. Pero muy a menudo no pasan de ser golpes de sensibilidad y generosidad. Quisiéramos que esta sensibilidad fuera más allá y se convirtiera en una actitud habitual, una virtud, una personalidad, incluso un estilo y una forma estable de vida.

Para los creyentes, la sensibilidad social es una llamada personal de Jesucristo, es propuesta evangélica. El anuncio del Evangelio consiste esencialmente en la invitación a salir de uno mismo para amar y servir a Dios ya los hermanos. La sensibilidad social forma parte, en efecto, de toda la concepción de mundo y de vida, que formulamos y profesamos en el Credo. Además es su consecuencia, como todo el conjunto de la vida moral del cristiano. El Dios de los cristianos, al que amamos y servimos, es Creador y Redentor del mundo y, asimismo, los hermanos, a los que estamos llamados a amar y servir, son personas individuales, pero también son sociedad, estructuras, cultura ...

A lo largo de un siglo y medio, desde que se despertó en Occidente la llamada "cuestión social" como consecuencia de la revolución industrial, la Iglesia ha ido elaborando un cuerpo de doctrina moral, inspirada en la Revelación, que conocemos por "Doctrina Social de la Iglesia". Nos recordaba el Papa Benedicto XVI en su Carta Encíclica "Caritas in Veritate" que esta Doctrina Social forma parte de la verdad del amor cristiano: es la verdad del amor cristiano en el ámbito social. Por tanto, no se puede descuidar sin traicionar nuestra fe. Porque, si bien la dignidad, la libertad, el amor, los derechos fundamentales, radican en la persona, ésta no se puede entender sin su entorno social, pues esta sociedad es obra de todas y cada una de las personas ya la vez la vida de cada individuo está profundamente condicionada por esta misma sociedad. En consecuencia, un cristiano no puede ser insensible al entorno social, sino, al contrario, siente continuamente una llamada de Dios, que desde la misma sociedad le invita a poner en práctica el amor fraterno.

Nuestra sensibilidad cristiana hacia la cuestión social, ¿es un deber de justicia? Sí, lo es. Pero no olvidemos que, aunque el amor cristiano va más allá de la estricta justicia, quien ama como cristiano no olvida lo que es justo, sino que cumple y -podemos decir- da plenitud a lo que exigen estrictamente la dignidad de la persona humana y sus derechos.

Esto, hoy, es particularmente importante, dada la profundidad y la gravedad de la crisis económica, que sufren, sobre todo, los más necesitados. Detrás de esta crisis hay una profunda falta de amor y de justicia y los que tratamos de creer en Jesucristo y amar como Él, no podemos dejar de ser especialmente sensibles. Ante ella nos sentimos responsables del sufrimiento ajeno, nos arrepentimos y buscamos cambiar. Asimismo, siguiéndolo, queremos decir y hacer con nuestros hermanos más necesitados lo que Él diría y haría, como buenos discípulos suyos.

Que Él nos ilumine y nos conceda la generosidad de su Espíritu.

+ Agustí Cortés Soriano

Obispo de Sant Feliu de Llobregat

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