Pasar al contenido principal
Por Ramon Bassas .
Neus Pinart y Ramón Radó, que son miembros del gran ejército de Sala Cabanyes, y que tienen mucha marcha e imaginación, nos pidieron a unos cuantos enfermos de twitter que nos atreviéramos a tuiter in situ durante una representación de Los Pastorets de Mataró, en este caso el ensayo general que se hizo el domingo pasado. La experiencia fue ampliamente satisfactoria ( aquí podéis ver una parte de los tuiteos), se consiguió atraer más twiteros fuera de la platea y el segundo trending topic del momento (el ranking de etiquetas en twitter). El resultado, como veréis, es muy propio del medio, una confluencia de chispas, excesivamente sincrónicas (y, por tanto, poco reflexionadas), que parece, así, un poco lo que hace el cerebro cuando recoge inputs, o aquellos pensamientos que tenemos y que nos ahorramos de decir (por ejemplo, críticas). Es bueno como experimento pero no sé si se puede sacar mucho más jugo. Hay que pensar en ello.

Una de las obsesiones de mucha gente de la Sala Cabanyes (y del teatro en general) es la pregunta sobre cómo se pueden 'modernizar' los Pastorets para hacerlos más atractivos a los nuevos públicos. En general, los espectadores tendemos a desconfiar de las soluciones que se plantean. Las que potencian algunos de sus aspectos originales (los micrófonos, por ejemplo) nos gustan pero las que aprietan por la vía interpretativa (ahora dos niños lo presentan como un cuento, antes la cruz era sustituida por una luz New Age, un poco antes se
sustituyeron los demonios por una especie de ratas) no nos convencen mucho por no decir nada. Aunque hay que saludar que los directores se arriesguen, nunca he entendido por qué una historia que ya tiene tanta fuerza, que está tan bien planteada, debe tener giros que la distraigan, o que la endulcen, o que le se haga un discurso paralelo. Justamente en este tipo de obras del teatro popular donde, sobre todo, se aprende el fundamento del teatro. En eso soy mucho de lo que Gregorio Luri dice respecto a la escuela.
Pero si en algo se puede modernizar y atraer nuevos públicos puede ser, seguramente, por este tipo de experiencias mixtas y (eso sí) un día que no sea una representación normal (que sería de muy mala educación), en este caso orientadas -supongo- a la promoción. Digo experiencias mixtas porque un lenguaje interactúa con otro, sí, pero también porque -con la excusa de la tecnología y las redes, que por sí no son nada- personas que están cerca o lejos del espectáculo y de su universo piueden establecer como una especie de diálogo. Ni uno ni dos de los twuiteros del domingo habían visto nunca el espectáculo de Mataró. A mí eso me interesa mucho.
Y todavía una segunda cosa, quisiera decir. Yo tenía una ventaja este día. Por un lado, porque soy 'fan' de los Pastorets. Los he visto de pequeño, donde actuaban tíos y primos míos, y de mayor (la adolescencia es el periodo como de 'hijo pródigo'). Por otro lado, además de pasármelo bien, no deja de girar me por la cabeza la enorme capacidad de transmisión de valores que tiene este espectáculo. Desde su preparación (trescientas personas con-viviendo, ¡quien dice que el asociacionismo es en crisis!), Desde la seriedad de sus planteamientos técnicos y artísticos, hasta la potencia del texto de Ramón Pamias, la música Torra, Vilaró y Ferrer, de la sucesión de escenas. Todo rezuma relato, como en el mejor teatro. Mi ventaja, pues, es que en esto he pensado muchas veces, que lo tengo embastadament teorizado y que-por tanto-el otro día sólo tenía que resumir en cuatro frases lo que pienso. En hablé un poco-de ello, en un escrito que me pidió Toni Blanch hace unos años y de lo que extraigo esto:
Los Pastorets son un artefacto perfecto para la tramsisión de conocimientos sobre el paso de hacerse adulto. Cuidado, no de la fe-como seguramente muchos debían pretenderlo, dado que la fe no se transmite, al menos tan fácilmente. Más bien, ya través de los mecanismos narrativos más cercanos entonces (mitos navideños, parábolas evangélicas, iconografía religiosa, música tradicional ...), esta pieza nos muestra el mundo adulto sin ningún tipo de engaño, como se ve claramente en la historia de Naím, que es uno de los sus hilos narrativos. Yo aprendí que los hombres hechos y derechos también lloran viendo Naím hacerlo. O que dudan. O que hacen cosas de las que tienen que arrepentirse. Y que la generosidad acompaña a menudo una experiencia de dolor y de pérdida, pero que libera. Que los cantos y las danzas acompañan nuestras emociones y anuncian lo que no vemos todavía. Que el humor es santo. Que 'florece la vara' ante la elección correcta entre un montón de chicas guapas (o vírgenes, es decir, donde todo está por hacer). Que la lucha limpia entre el bien y el mal sólo existe en un plano no humano, que la lucha real, humana, es menos evidente, más mezclada, más equívoca, más débil. Que el demonio es atractivo. Que la confianza salva.


Bueno, sinceramente, creo que este fundamento también sería un buen tema a desarrollar, tanto por la Sala Cabanyes (al fin y al cabo, sección teatral del Círculo Católico), como por sus fans que pueden ser católicos o no, como los que nos gustaría trabajar en una especie de ' pastoral de la fiesta un día u otro. Sobre todo porque contrasta con la ausencia de relato (en todo caso, relatos, o relatetitos vía twitter), con la rareza del lenguaje mítico y simbólico (quizás por eso el director debe remarcar que 'es un cuento') y, sobre todo, con la enorme ansia de sentido que tiene nuestra sociedad interconectada y sobreinformada.

_________________________

Grupos

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.