Pasar al contenido principal
Catalunya Religió

(CR) Este jueves la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) ha celebrado un homenaje a su fundador, Guillem Rovirosa. El acto sirvió para recordar la figura de quien consideran "profeta del mundo obrero" con el estreno del documental Guillem Rovirosa, ara més que mai. Puede ver el vídeo al pie de este artículo.

(Josep Miquel Bausset) En 1966 Victorio Oliver, que con el tiempo sería obispo auxiliar del cardenal Tarancón en Madrid, escribía: "Guillem Rovirosa tenía callos en las manos y fe vigorosa en el corazón. Unió firmemente el yunque, el taller y su dolor, la tela tejida de injusticia y de desigualdades, con una honda vivencia mística que se alimentaba de oración y de silencio, de coraje y de amor a la Iglesia". Y continuaba: "En el mundo del trabajo y al proyecto del Reino de Dios, les hizo bien aquella unión de Rovirosa".

Apóstol radical de la clase obrera

Guillem Rovirosa nació en Vilanova y la Geltrú en 1897. Heredó de su madre la capacidad de sacrificio y de su padre un amor radical por la verdad, dos rasgos que marcaron profundamente la vida de Rovirosa. En su juventud abandonó la fe, que reencontró años más tarde en París, en 1932, con motivo de un encuentro con el cardenal Verdier. Para Rovirosa el descubrimiento de Cristo significó la entrega radical a favor del apostolado de la clase obrera. Durante la guerra, los sindicatos lo escogieron presidente del Consejo Obrero, lo que le ocasionó la prisión, el año 1939.

Pío XII había hablado de la apostasía de la clase obrera por el escándalo de aquellos que se consideraban "buenos". Por eso mismo, Rovirosa se consagró a renovar el mundo obrero, a pesar de las incomprensiones y las difamaciones que tuvo que sufrir. Así, en 1946, amparado por la Iglesia y preocupado por la situación que vivía el mundo del trabajo, creó la HOAC. La llamada que recibió Rovirosa para poner en marcha un movimiento cristiano especializado, confirmó y encauzar su vocación de apóstol de los obreros.

Consciente de que había llegado el momento de su entrega a esta causa, Rovirosa dejó su puesto de trabajo para dedicarse totalmente a la misión que se le encomendaba, de darse del todo al mundo obrero. Esto significó para él compartir su vida, forjándose una auténtica mentalidad obrera y convirtiéndose en un obrero más. Y como tal sentía, vivía y actuaba. Si él no se hubiera dado radicalmente a la causa obrera, no la habría seguido ningún hombre que formara parte de los ambientes trabajadores.

Espiritualidad de la encarnación, en opción por los pobres

El gran deseo de justicia que tenía Rovirosa, lo llevó a descubrir y encarnar la unión con Dios, desde la espiritualidad de la encarnación. Rovirosa supo descubrir a Cristo, no por su peso tradicional y cultural, sino por una experiencia, por un encuentro personal con él.

Guillem Rovirosa, que distinguía entre el que "hace" de cura y el que "es" cura, estaba convencido de que los militantes cristianos necesitaban "sacerdotes con vocación apostólica obrera". Por eso se quejaba de que "los numerosos sacerdotes con vocación obrera que van saliendo de los seminarios, son destinados a tareas que no tienen relación con la promoción humana y cristiana los trabajadores".

Rovirosa supo hacerse humilde con los más pequeños, pero sin dejarse pisar por los poderosos. Con una vida de pobreza, humildad y sacrificio, Guillem Rovirosa estaba contento de no tener nada. Decía: "El que quiere seguir a Cristo, es más feliz cuando se libera de todas las necesidades".

Su espiritualidad de la encarnación, el purtar a un amor a la Iglesia sin condiciones. Su entrega radical por los pobres y su lucha contra la pobreza, se arraigaba en la justicia. Miembro del Instituto Social Obrero del cardenal Herrera, Rovirosa soñaba con la responsabilidad apostólica de los laicos, como medio para evangelizar la clase obrera. Rovirosa inauguró una nueva espiritualidad laical, con un fuerte compromiso social y político, algo inédito en la historia del cristianismo en España. Incomprendido y perseguido por algunos de los suyos, el 1957 fue injustamente expulsado de la Comisión Nacional de la HOAC por la jerarquía, a pesar de su total disponibilidad y su trabajo apostólico. Aun así, Rovirosa entendió y vivió la opción por los pobres desde su fe en Crist. Rovirosa estaba seguro de que el apostolado de los laicos transformaría el mundo, por eso era extremadamente exigente consigo mismo, pero muy comprensivo con los que la rodeaban. Influenciado por Von Balthasar, Congar, Guitton y Cardijn, Rovirosa unía su fidelidad a Cristo, con la fidelidad a la clase obrera. Y es que Rovirosa no era un té & ograbe; rico, sino que el llamado "hombre de la calle", sabía captar la realidad de la gente trabajadora.

Un hombre espiritual, en Montserrat

Tras ser apartado de la HOAC, Guillem Rovirosa pasó largas temporadas en Montserrat sumergido en la reflexión, la oración y la acción de gracias al Dios que lo había llamado y enviado a evangelizar el mundo obrero. Rovirosa encontró siempre en el monasterio de Montserrat, un hogar y un espacio de oración y de amistad con los monjes. Miquel Estradé, monje de Montserrat, escribió: "De Rovirosa podemos decir que fue un experto en caridad; no en aquella caridad de 10 céntimos, sino en la caridad infinita de Dios, que inunda nuestros corazones por el Espíritu Santo". Y Miquel decía también: "Rovirosa es más que un huésped. Es de casa. Todos lo conocemos y queremos. Y él nos ama entrañablemente ".

Cuando el 27 de febrero de 1964, hoy hace 50 años, murió Guillermo Rovirosa, el abate Cassià escribió: "Rovirosa es el hombre más espiritual que ha pasado estos últimos años por Montserrat. Para mí, sempre será uno de los hombres que más me han ayudado a encontrar a Cristo en los hermanos".

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.