(Laura Mor –CR) Repensar que los derechos sociales sean prioritarios respecto a los derechos civiles. Es la propuesta que hace el escritor, abogado y pedagogo Jordi Cots, el año en que se conmemora el 25 aniversario de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.
En una entrevista a CatalunyaReligió.cat Cots ha explicado que la tendencia natural en tiempos de crisis es poner por delante los derechos sociales, como la educación, la alimentación o la vivienda, pero Cots explica que los derechos de los niños hay que pensarlos "todos a la vez" y "de la misma manera", teniendo en cuenta los derechos civiles, como son la escucha o la participación.
Jordi Cots, que fue el primer adjunto al defensor del pueblo para la defensa de los derechos de los niños (1997-2004), es uno de los máximos promotores de esta materia en Cataluña. Jubilado, sigue asesorando en la difusiónde un texto jurídico fundamental: la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños, aprobada en Ginebra el 20 de noviembre de 1989.
La Convención como texto de referencia
En la entrevista Jordi Cots denuncia el desconocimiento que existe de la Convención sobre los Derechos del Niño y anuncia unas jornadas divulgativas en clave de educación social. Las convocan conjuntamente Justícia i Pau y el Observatori dels Drets de l'Infant de la Conselleria de Benestar Social i Família, y tendrán lugar el 13 y 14 de febrero en Barcelona. Según Cots, el objetivo es "dar mensajes a la gente de la calle, incluso a la más desfavorecida y también a la más desinformada, sobre muchos estudios académicos". Y añade que "la falta de información es otro tipo de pobreza". Entre los mensajes a transmitir habrá conclusiones sobre la Convención.
Por otra parte, Cots apunta la necesidad de trabajar la interioridad con niños y adolescentes y apunta que la Convención habla de ello en cuatro de sus artículos: "Sin cultivar la interioridad, una relación con la infancia nunca sería plena".
En la entrevista íntegra a CatalunyaReligió.cat, Jordi Cots detalla cuestiones relativas a los derechos de los niños, tanto en el ámbito internacional, como en el rol de los educadores en su crecimiento y autonomía –haciendo referencia a María Montessori. Insiste en la necesidad de trabajar el derecho de participación y apunta la dimensión espiritual como herramienta básica para establecer relaciones adulto-niño: una intuición que Eglantyne Jebb ya tenía clara 1923 en el redactado de la Declaración de los Derechos de los Niños.
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