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Catalunya Religió

(Vida Nueva) “No podíamos seguir con tantos equipos provinciales, con tanta gente en comisiones y delegaciones, y necesitábamos aprovechar mejor las fuerzas que tenemos. Pero lo importante es reestructurar y revitalizar. Lo uno sin lo otro no tiene sentido”. Es la reflexión de una carmelita vedruna, M. Carme Molist, sobre el proceso que ha conducido a esta congregación a fusionar en una sola las nueve provincias que hasta ahora tenían en Europa.

Este proceso que están viviendo la mayoría de las grandes congregaciones religiosas en España es el tema monográfico del número de noviembre de Vida Nueva Catalunya. Y las soluciones que en él se apuntan son distintas: una provincia única europea con sede en Madrid, las carmelitas vedrunas; la nueva provincia española de los jesuitas; la división en dos provincias de los salesianos, con sede en Madrid y en Sevilla; o los hermanos maristas, que repartieron las varias provincias de España para crear nuevas provincias internacionales.

El presidente de la Unió de Religiosos de Catalunya, Màxim Muñoz, también valora este proceso como necesario, pero lo sitúa en el contexto de la consolidación del trabajo con los laicos, lo que “nos debe permitir continuar haciendo cosas o abrir nuevas presencias, aunque no seamos tantos”. Pero, sobre todo, cree que es un momento de “revisar posiciones: si somos menos, tenemos que plantearnos qué responde más a nuestro carisma y dónde es más necesaria nuestra presencia”.

Mantener un perfil propio

En este proceso de unión de provincias, desde Cataluña también se recoge la preocupación por el alejamiento de la sede provincial y por mantener una presencia con un perfil propio en un ámbito cultural y lingüístico particular.

Todas las reestructuraciones de provincias contemplan algún tipo de modelo descentralizado. Y, en el caso de los jesuitas, se crean dos plataformas territoriales solo para Cataluña y para el País Vasco y Navarra. Estas zonas tendrán un delegado territorial nombrado por el superior general de la Compañía.

“Tenemos que dar testimonio de que es posible entendernos”, remarca el jesuita Pere Borràs, subrayando las dificultades que genera también entre los religiosos de la misma congregación una “ósmosis mediática” sobre Cataluña. Muñoz lo resume reclamando “un ejercicio de universalidad pero, a la vez, de inculturación en Cataluña”.

Se puede ampliar la información en el monográfico de noviembre de Vida Nueva Catalunya.

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