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Catalunya Religió

(Jordi Llisterri-CR) Como es habitual desde su creación, la Conferencia Episcopal Tarraconense comparte algunas de sus reuniones con representantes de la vida religiosa en Cataluña. En la última reunión de los obispos catalanes se celebró uno de estos encuentros conjuntos con la Unión de Religiosos de Cataluña.

En esta sesión, varios ponentes presentaron la presencia de la vida religiosa en las fronteras geográficas, sociales y culturales. En el último número de Horeb se recogen las aportaciones que hicieron en el encuentro el claretiano Máximo Muñoz, presidente de la URC, Agustí Borrell, carmelita descalzo; M. Victoria Molins, teresiana; Llorenç Puig, jesuita, y Esperanza Atarés, abadesa del Monasterio de Sant Pere de les Puel·les.

Entre otros aspectos, se trató la respuesta de la Iglesia ante retos como la actividad misionera y la solidaridad internacional, la pobreza y la exclusión social, la educación, la bioética, el diálogo leg fe-cultura y fe-ciencia, las nuevas tecnologías, la interculturalidad, y la aportación de la vida contemplativa.

Máximo Muñoz enmarcó las ponencias en la perspectiva evangelizadora que reclama el reciente Sínodo sobre la Nueva Evangelización: "ser signos de trascendencia, de valores espirituales en cuanto son decisivos para una vida forma parte esencial de la vida religiosa ". Muñoz explicó que "permanecer, dar testimonio, evangelizar en las fronteras pertenece a la esencia de la Vida Religiosa" y esto se hace en "lugares donde se están gestando cosas nuevas, generando cultura, viviendo dramas humanos, nuevas pobrezas, colectivos que necesitan apoyo ... Son lugares donde ser una presencia de iglesia y de evangelio que apoye, cuestione, colabore, anuncie ... Son lugares de intemperie, de riesgo, de discernimiento no fácil ". Y, por ello, esta presencia pide "por parte de los religiosos y religiosas, una gran disponibilidad, profundidad espiritual, capacidad de riesgo, madurez, fortaleza, capacidad de diálogo y, por parte de los superiores y pastores, acompañamiento, apoyo y mucha comprensión".

Agustí Borrell destacó que si bien se mantiene la presencia misionera en otros continentes "seguramente el mayor reto en el momento actual es tomar conciencia de que nosotros nos encontramos en tierra de misión. Primero, porque con los desplazamientos migratorios ha llegado aquí mucha gente no cristiana. Y aún más porque muchos cristianos de nuestra tierra han dejado de serlo". En este contexto "ya no sirve seguir haciendo por inercia lo que hemos hecho hasta ahora. No podemos mantener artificialmente las estructuras y los estilos de vida y de pastoral de tiempos pasados​​".

En la explicación sobre el mundo de la marginación Victoria Molins habló de una presencia de las comunidades religiosas de la que "diría que la nota sería un notable que podría estar cerca de la excelente" y que ha llevado "a otro estilo de vida y a entender la caridad mucho más como presencia, acompañamiento e inserción, que como beneficencia ". Y defendió una "Teología de la inclusión" que haga "sentir a las personas excluidas que estamos de su lado", que pueda "darles herramientas para que recuperen su dignidad" y "poner amor y esperanza donde no la hay". "Quizás una de las pocas cosas que podemos hacer, desde nuestra fe, los cristianos comprometidos con el mundo de los marginados es dar razones para vivir", concluyó.

Desde el mundo de la cultura

Finalmente, la aportación desde la vida contemplativa de Esperanza Atarés destacó que la Palabra de Dios y la liturgia "recibimos lo que somos, nos dan la fuerza interior" y es un modelo que "es motivo de interpelación, lo que es bueno". Además del trabajo que "nos hace sentirnos unidas a tantos trabajadores, hombres y mujeres, actualmente tan castigados por la crisis". La acogida es central en la vida monástica: "Hoy, más que antes, la gente necesita estos espacios para reencontrarse personalmente, para reconducir su vida". También destacó la necesidad de "lugares donde la gente pueda orar, espacios que inviten al silencio" y "ofrecer a la gente lo que nosotras intentamos vivir cada día: la búsqueda de Dios como absoluto de nuestra vida". Finalmente puso el papa Francisco como un "ejemplo real. Ha cambiado cosas que no estaban muy de acuerdo con la sencillez y simplicidad del evangelio y hemos visto cómo la gente ha recibido estos signos con una gran esperanza".

Tanto los obispos catalanes como los representantes de los religiosos valoraron muy positivamente este encuentro por su clima abierto de intercambio y profundización.

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