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Catalunya Religió
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Este ha sido un año muy romano para la Iglesia catalana. La Navidad se celebra con la exposición sobre Gaudí abierta en el corazón mismo del Vaticano. Así, para felicitar la Navidad, hemos pensado en un catalán ilustre que hace casi cincuenta años que vive en Roma. Monseñor Valentí Miserachs, sacerdote del obispado de Vic, compositor, organista y director de coro, es desde 1995 presidente del Pontificio Instituto de Música Sacra, la entidad más importante de la Iglesia católica en la formación en esta disciplina.

En el texto de la Letra de Navidad que hemos enviado este año, Miserachs dice que la muestra sobre Gaudí "será como una presencia permanente del arte y de la espiritualidad de Cataluña durante todas las fiestas navideñas, junto al monumental belén de la Plaza de San Pedro".

Este 2011, Valentí Miserachs estrenó el oratorio "Noces de Sang" del milenario de la Sant Dubte de Ivorra. Se pudo escuchar por primera vez el mes de mayo en tres ejecuciones en el obispado de Solsona y será presentado en Roma el 8 de junio de 2012, en la basílica de Santa María la Mayor. Miserachs es director y maestro de capilla titular de la Capilla Liberiana de esta Basílica Mayor de Roma y canónigo. Un evento que define como "despedida musical en el momento de dejar la presidencia del Pontificio Instituto de Música Sacra, después de diecisiete años en este cargo desde el que he procurado que la vinculación del Instituto con Cataluña fuera siempre presente".

A él le hemos pedido que escogiera un texto para felicitar la Navidad. Nos propone un texto del boletín Comunidad monástica de Bose, comunidad que reúne en un remoto pueblecito de los Alpes piamonteses hombres y mujeres de diferentes confesiones cristianas, que se obligan a los votos y a la vida monástica. Con esta reflexión monseñor Miserachs nos desea desde Roma buenas y santas fiestas de Navidad.

Estan siempre de actualidad las palabras de Dietrich Bonhoeffer (...): "¿La pérdida de la memoria moral no es quizás el motivo del hundimiento de todos los valores, del amor, del matrimonio, de la amistad, de la fidelidad? Nada dura, nada arraiga. Todo es a breve plazo, todo es de corto aliento. Pero hay bienes como la justicia, la verdad, la belleza y, en general, todas las grandes realizaciones, que piden tiempo, estabilidad, ‘memoria’, de lo contrario degeneran. Quien no está dispuesto a hacerse cargo de la responsabilidad de un pasado y de dar forma a un futuro, ese tal es un ‘desmemoriado’, y francamente yo no sabría como impresionar, afrontar, hacer reflexionar a una persona de este tipo".

Estas palabras, escritas hace casi setenta años, marcan el problema de la fidelidad y de la perseverancia; realidades que hoy cuesta encontrar, palabras que ya no sabemos declinar, dimensiones que a veces pueden parecer incluso sospechosas o superadas, y de las que sólo alguno escaso nostálgico de los "valores de antes" podría desear su recuperación.

Ahora bien, si la fidelidad es una virtud esencial en cualquier relación interpersonal, la perseverancia es la virtud específica del tiempo, estas virtudes nos interpelan en la relación con el otro. No existe valor ni virtud sin perseverancia y fidelidad. Hoy, en el tiempo desmenuzado y sin vínculos, estas realidades se presentan como un auténtico reto para el hombre, y aún más para el cristiano. ¿Cómo podríamos reconocer, sin embargo, la propia fidelidad sino partiendo de la fe en Aquel que es fiel? En este sentido el cristiano "fiel" es aquel que es capaz de tener "memoria de Dios", aquel que recuerda el actuar del Señor: la memoria siempre renovada de la fidelidad divina es lo que puede suscitar y apuntalar la fidelidad del creyente. Y esto es exactamente lo que, en el corazón de la vida de la Iglesia, ocurre en la Eucaristía. Es allí, en el corazón de nuestra fe, que hay que volver para encontrar la esperanza a toda prueba, para reencontrar un aliento capaz de abrirnos a nuevos horizontes de vida plena, ya que nada podrá separarnos del amor de Dios y del Evangelio que nos lo ha dado a conocer.

Todo el equipo de CatalunyaReligió.cat os desea Feliz Navidad!

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