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Catalunya Religió

(Abadia de Montserrat) "El padre Andreu Marquès ha creído firmemente en el valor salvador de la cruz de Jesús. Hace pocos años, lo expresó en un escrito: Estoy convencido -escribía- que el núcleo de la fe cristiana lo encontramos resumido en la palabra 'Jesús', que quiere decir 'Dios salva' (Qüestions de vida cristiana, 231). En sintonía con ello, el P. Andreu hizo suya una frase que su maestro Paul Ricoeur repetía a menudo: "La Biblia es el libro que ha dado sentido a mi vida". Y el padre Andreu añadía: "y Jesucristo es el centro de la Biblia" (cf. Qüestions, ibíd., P. 130)".

Estas palabras del padre Abad de Montserrat, Josep M. Soler, pronunciadas durante la homilía de la misa exequial del padre Andreu Marquès, que tuvo lugar en la Basílica de Santa María este martes por la mañana, mostraron esta convicción, que es como el testamento que nos deja este monje, que murió el 3 de junio en el Monasterio de Montserrat

Andreu (Miguel) Marquès y Martí tenía 74 años y hacía 53 que era monje de Montserrat. Doctor en Filosofía, el padre Marquès renovó los votos monásticos el 1 de noviembre del 2008, al cumplirse 50 años de su primer compromiso con la comunidad benedictina.

"Desde esta base cristocéntrica fundamental -añadió el padre Abad Josep M. Soler en la homilía del funeral-, durante muchos años el P. Andreu ha reflexionado sobre la razonabilidad de la fe cristiana; lo ha hecho con la conciencia de ejercer "el oficio de pensador cristiano", tal como tituló su último libro, publicado hace poco más de un año, en los inicios de su última enfermedad (Andreu Marquès, L’ofici de pensador cristià d’ençà del Concili Vaticà II. Un itinerari intel·lectual, Barlona, ​​2011). En su itinerario de reflexión intelectual, particularmente sobre el misterio de mal y sobre la razonabilidad de la fe, el padre Andrés se sintió ayudado, según él mismo confesaba, por el "hecho de meditar con san Agustín sobre la fuente de la luz, de la vida, de la bondad y de la paz ", así como también por la meditación con Descartes sobre la idea de infinito, aunque ello no le ahorraba, según dejó escrito, "de hacer y de rehacer el salto de la fe" (cf. Cuestiones, ibíd., p. 119-120). En la misma línea, estaba convencido que "las descripciones de Pascal sobre la miseria y la grandeza del hombre y la presentación de la salvación como una superación de esta miseria, superación que consiste -decía- en la comunión con Dios, con la consiguiente capacidad para la verdad y para el bien, con la felicidad que se deriva, pueden tener un gran impacto para los hombres de hoy "(cf. ibídem., p. 128) . No era, pues, un iluso sobre la realidad humana, sabía que, "el hombre puede ser un lobo para los demás hombres", pero creía que Dios amaba al ser humano a pesar de su fragilidad y su ambigüedad, de ahí el título provocador de uno de sus libros: Evangeli per a Llops (Evangelio para lobos), Montserrat, 1977".

"La proyección intelectual del padre Andreu era fruto de todo su itinerario de vida de fe y de oración", dijo el Abad de Montserrat. "Siempre quiso estar muy atento a las diversas corrientes de pensamiento, desde la fenomenología y la hermenéutica hasta la reflexión sobre la Nueva Era, la atracción por el budismo o el éxito de los libros de autoayuda. Tienen mucha actualidad, también, teniendo presente el panorama económico y financiero actual, sus reflexiones sobre el economicismo y la critica que hizo de él desde la ética y el humanismo cristianos. El suyo era, tal como había escrito el difunto padre Abad Cassià, "un itinerario laborioso en la búsqueda de una lectura de la experiencia cristiana en el contexto de la modernidad. Un itinerario tenaz, en anhelo de coherencia y de autenticidad, sin miedos paralizantes y a la vez con una adhesión firme a la persona y al mensaje de Jesús "(cf. Prólogo al libro de A. Marquès, Comprendre la Paraula, Montserrat, 2001). Este itinerario existencial no siempre le fue fácil, y en algún momento comportó lucha y sufrimiento. Pero sabía que Jesucristo era su salvador, y no desfalleció", destacó Josep M. Soler.

53 años de vida monástica

Andreu Marquès nació en Molins de Rei (Barcelona) el 18 de diciembre de 1937. Al ingresar, en 1957, en el Monasterio de Montserrat, recibió el nombre monástico de Andreu, con el que ha firmado todos sus trabajos y fue conocido habitualmente. Acabados en este Monasterio los estudios filosóficos y teológicos básicos, fue ordenado sacerdote el 11 de julio de 1964. A continuación amplió los estudios filosóficos en la Universidad de Lovaina (Bélgica) durante dos cursos. De vuelta a Montserrat fue prefecto de juniores durante dos años y prefecto de estudios durante catorce años. Se doctoró en filosofía con una tesis sobre el racionalismo crítico de Hans Albert.

Impartió clases de filosofía en el Monasterio de Montserrat desde 1966. A partir del año 1970, dio clases de filosofía en la Facultad de Teología de Cataluña. Al crearse la Universidad Ramon Llull (URL), en 1990, pasó a enseñar en la Facultad de Filosofía de esta Universidad, de donde fue profesor catedrático hasta que, en 2009, se convirtió en profesor emérito. También dio clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación Blanquerna (URL), en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura La Salle (URL), en la Escuela de Psicología de la "Fundación Vidal i Barraquer" y en el Instituto de Teología de Barcelona (actualmente ISCREB). Los años 1972, 1974 y 1982 colaboró ​​durante un trimestre con el "Instituto ecuménico de investigaciones teológicas" de Tantur, Jerusalén.

Publicó varios libros sobre hermenéutica, teoría del conocimiento y de la racionalidad, ética económica y filosofía del lenguaje, y numerosos artículos sobre estos mismos temas. Director de la revista Documents d'Església desde 1970 hasta el año 1986. Desde enero de 2001 hasta diciembre de 2008 fue director de la revista Qüestions de Vida Cristiana.

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