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Catalunya Religió

(Víctor Rodríguez –CR) Termina la misa cuando desde el presbiterio se avisa a los fieles asistentes de que a continuación se estrenará la pieza Magnificat (Magnificado) del compositor y director Marc Timón, un encargo del Patronato del templo.

Juan de la Rubia espera sentado en los teclados del órgano construido en los talleres Blancafort de Collbató. Asimismo, sobre la puerta de entrada principal del templo, el Orfeó Català, rigurosamente alineado con los músicos que acompañarán los cantos, esperan que Marc Timón levante la batuta.

El silencio y la expectación se apoderan de nuevo del templo mientras todo el mundo gira la mirada en sentido opuesto al altar. Es entonces cuando el 'caos musical' de los primeros minutos musicales invaden el espacio. Timón refleja musicalmente ese mismo caos que debían de sentir los miembros de la Asociación de Devotos de San José cuando empezaron a promover y levantar la basílica y cuando el templo cambió de arquitecto titular. A medida que avanzan los primeros minutos, el Magnificado va tomando forma onduladamente, gracias a los ricos matices que músicos y cantantes saben captar de las notas y de la batuta de este ampurdanés afincado en Los Ángeles.

Los distintos pasajes musicales van confluyendo en una alegría y una placidez musical de tonos sutiles más alegres y, sobre todo, más tranquilos. Y es que el espíritu musical del templo se eleva a medida que la música también ayuda a iluminar esta torre que tanto ha costado levantar. Sin duda, la música está a la altura de la monumentalidad del templo. Se acerca el final, cuando la percusión y con la fuerza espiritual del órgano y el empuje solemnial de trompetas y trombones ayudan a iluminar finalmente la estrella de María. La música de Timón pone luz (y magnifica) ese encendido tan sutil, tan esperado y, a la vez, tan bien escrito.

El templo se va vaciando mientras en la ciudad se ha iluminado, entre notas caóticas y música cinematográfica, una torre levantada gracias al esfuerzo de cinco generaciones de ciudadanos. La torre de María que el servidor de Dios Antoni Gaudí soñó.

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