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Catalunya Religió

(Jordi Llisterri –CR) "Aún soy capaz de marcar algún gol", decía hace unos meses el obispo Francesc Pardo, después de cumplir los 75 años y a la espera de su relevo en Girona. Pero no pudo ser. El obispado de Girona comunicó su muerte, que tuvo lugar la noche del jueves, tras la inesperada complicación de una úlcera. La frase define mucho el carácter de Francesc Pardo, una persona simple, que no daba demasiadas vueltas a las cosas y hablaba de forma clara y sencilla. Un carácter marcado por los años de párroco que estuvo fuera de Barcelona y por un fuerte arraigo en el país. Desde esta visión también impulsó todo lo que favorecía la colaboración entre los obispados catalanes.

Francesc Pardo ha sido casi 14 años obispo de Girona y el 26 de junio del pasado año había cumplido los 75 años. Nacido en Torrelles de Foix (Alt Penedès), se formó en el seminario de Barcelona y fue ordenado cura en 1973. Fue nombrado obispo de Girona en 2008, después de haber tenido diversas responsabilidades interdiocesanas relevantes. Pero también tenía dos pequeñas patrias en las que había hecho durante muchos años de párroco: el Penedès y Granollers. Como párroco de Granollers –el obispo de Granollers, le decían algunos–, en el 2004 quedó incardinado en el nuevo obispado de Terrassa. En Girona sustituyó al obispo Carles Soler i Perdigó, que hoy vive jubilado en Banyoles.

Durante 14 años, de 1973 a 1987 en su primera etapa como sacerdote, estuvo en las parroquias de Vilafranca del Penedès y de Sant Sadurní de Anoia. También durante esta etapa fue consiliario diocesano del Movimiento Familiar Rural y de los Jóvenes Rurales de la Acción Católica. Durante el episcopado del cardenal Ricard Maria Carles, su vinculación con el Penedès se prolongó entre 1990 y 1993, cuando fue vicario episcopal de la zona del Penedès, Anoia y Garraf, entonces dentro del arzobispado de Barcelona. En 1997 Carlos le nombró párroco de Granollers, donde estuvo 11 años hasta que fue nombrado obispo de Girona. De 2001 a 2004 también fue vicario episcopal del Vallès Oriental.

El Centro de Estudios Pastorales y el Concilio Tarraconense

Su trayectoria interdiocesana viene marcada por dos responsabilidades, en el Centro de Estudios Pastorales y en el Concilio Provincial Tarraconense. En 1993 fue nombrado director del Centro de Estudios Pastorales, en una situación compleja porque el cardenal Carlos había decidido apartar a dos de los puntuales de ese centro de formación que había liderado la renovación eclesial en Cataluña. El cese de los padres Joan Batlles y Josep Maria Totosaus se interpretó como una involución. Francisco Pardo aceptó el cargo; pero siempre trabajó con un espíritu integrador.

En el mismo aspecto destacó como miembro del Concilio Provincial Tarraconense de 1995. Además de participar en su preparación y en la consulta previa que movilizó a 60.000 católicos de las parroquias, comunidades y movimientos de Cataluña, fue relator de la cuarta ponencia que se discutió en las sesiones del Concilio. Así, le tocó formar parte del equipo de redactores que debían encajar las propuestas de los temas vinculados a la coordinación de los obispados catalanes y el impulso de su trabajo e identidad conjunta. Así se halló en medio de la polémica sobre el reconocimiento de una estructura eclesial propia para la Iglesia catalana.

En este sentido, Pardo fue siempre un gran defensor del trabajo conjunto de los obispados catalanes, por una cuestión de identidad propia y por entender que la movilidad de la sociedad había hecho cambiar el sentido de las fronteras territoriales entre obispados y parroquias. Durante su etapa como obispo, no todos sus compañeros de episcopado le siguieron por ese camino con el mismo entusiasmo.

Junto con Joan-Enric Vives, Pardo era uno de los pocos obispos catalanes que quedaban formados en el Seminario de Barcelona y que fueron miembros del Concilio Provincial Tarraconense.

Obispo de Girona

Su llegada a Girona fue ambivalente. Por un lado venía un obispo catalán, pero también venía etiquetado como un hombre que había trabajado por el cardenal Carles y como vicario general en el obispado de Terrassa con Josep Àngel Saiz. En ese momento, en Girona tenía mucho peso el Fòrum Joan Alsina, un grupo de curas del Vaticano II, catalanistas y muy críticos con la jerarquía y con las posiciones doctrinales de la Iglesia.

En círculos de confianza, a menudo repetía que había estado a punto de renunciar a la mitra de Girona. En 2008, poco después de que se hiciera público su nombramiento y antes de ser ordenado obispo, asistió a un curso que realizan en el Vaticano para los obispos electos. Las sesiones terminaban con un encuentro de todos los asistentes con el papa. Recordaba cuando se acercó a saludar a Benedicto XVI y le dijo que era el nuevo obispo de Girona. "¡Girona!", dijo papa, y se puso las manos en la cabeza. Allí entendió que le habían enviado a poner orden y no se veía con ese papel. De hecho, en Girona ha sido un obispo integrador, que ha trabajado en la promoción de los laicos y la colaboración entre las parroquias.

En Girona le tocó asumir los años más complicados de la política catalana. Allí sintonizó con el pensamiento mayoritario de su diócesis. Es de los pocos obispos que apoyó la consulta del 9N y el derecho a decidir. También estuvo cercano a los presos del proceso y se había manifestado claramente en favor de la inmersión lingüística en las escuelas. Al mismo tiempo, últimamente había pedido una revisión de cómo se hicieron las cosas en octubre de 2017.

Catalonia Sacra

Como obispo de Conferencia Episcopal Tarraconense, la niña de sus ojos era Catalonia Sacra, un proyecto de promoción conjunta del patrimonio artístico y monumentales de los obispados catalanes que él hizo crecer como máximo responsable.

Durante los años en los que fue responsable de Apostolado Seglar de la Tarraconense, también se cuidó especialmente de renovar el acompañamiento a los jóvenes, con mirada abierta a los cambios que pedían los signos de los tiempos.

Francisco Pardo ha sido uno de los pocos obispos catalanes que ha fallecido ejerciendo como responsable de su diócesis. Lo mismo que le ocurrió al obispo auxiliar Joan Carrera, que para Pardo también era uno de sus referentes.

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