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Catalunya Religió
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(CR) Reivindicación abierta de la vigencia y el sentido de las procesiones de Semana Santa. Tanto por el potencial narrativo, la capacidad de interpelar como por la experiencia colectiva que implican. La periodista Míriam Díez las ha descrito como "fiestas vividas, vibrantes y auténticas" en el Pregón de Semana Santa de Girona que ha pronunciado este jueves por la noche en el aula magna de la Casa de Cultura.

Un pregón con voz de mujer, arraigado en la comunicación y en la teología. Míriam Díez ha defendido que, para los creyentes, el misterio de la muerte implica "saber que en el fondo esto no acaba aquí". Y que precisamente "esa es la gracia del cristianismo". Reivindicó así la costumbre de felicitarse la Pascua, como se hace en Navidad. Porque "lo que necesitamos es una esperanza infinita" y "nacer está muy bien y todos lo hemos hecho, pero resucitar es lo que configura sentido a las personas que creen".

Un sentido que le ha llevado a recordar que "el cristianismo, a pesar de sus agonías, sus tinieblas, sacrificios y sufrimientos, no es la religión del luto". Y ha anunciado que "ahora entramos en esta Semana y en esta Pascua, pero saldremos, porque resucitar significa salir, resurgir y vencer".

El derecho a vivir la fe en la calle

La pregonera ha señalado la feliz coincidencia este año de la Pascua y el Ramadán en el calendario. Díez, que dirige el Observatorio Blanquerna de Comunicación, Religión y Cultura y es vicepresidenta de la Fundación Catalunya Religió, se ha imaginado la convivencia de estas dos festividades y ha descrito Girona como "una ciudad abierta en la que se pueden expresar las diferentes creencias".

Invitada por la Junta de Cofradías de Girona, Díez ha dedicado el pregón a la memoria de una figura ausente en la mesa: el obispo Francesc Pardo, fallecido hace pocos días. "Una persona que creía en la piedad popular siempre vinculada y no desconectada de la vida litúrgica de la Iglesia", y que era "un firme defensor de la dimensión pública de la religión", ha dicho Díez. Asimismo, ha aplaudido que "este pregón se esté pronunciando aquí y no en una parroquia", en referencia a la Casa de Cultura que ha acogido el acto.

Los días más importantes del año litúrgico

A las puertas de Semana Santa, la periodista ha hablado del silencio en estos días clave para la fe cristiana. Y con la intención de poner palabra en el episodio de la muerte de Jesús, ha reconocido: "La paradoja es que el misterio es muy poco elocuente".

Míriam Díez ha señalado "la densidad de silencios impresionantes" que contiene Semana Santa: "Desde Jesús orando solo hasta él muriendo solo, hasta también el abandono que oye de su padre y el grito que él hace".

Morir en viernes, ha dicho, "tiene un plus de tragicidad". "El Viernes Santo es un día de dolor, un día de penitencia”, mientras que el Sábado Santo se asocia "a la luz y a la víspera pascual". Ha hablado del "silencio encapsulado" que se vive con el Vía Crucis de Viernes y le ha asociado a la experiencia del duelo y la muerte: "No es que haga dolor la muerte, es que hace todo el mal".

Entender y asimilar el mal de los demás

Díez ha dicho que en Girona "el silencio de la procesión es de austeridad, de majestuosidad". Considera que "invita a contemplarla, a quedarte como absorto, a callar para entender y asimilar". Aquí ha reflexionado sobre el hecho de contemplar la procesión de pie, a la intemperie. "Están llevando a matar a Jesús, no es cuestión de estar cómodamente sentados, calentitos, mirando un misterio como éste".

También ha mencionado la intriga narrativa y el dramatismo que implica el vía crucis. "Podrían ser capítulos de Netflix", ha dicho. Y se ha referido al "dolor que implica el mal ajeno" y ha pedido "abrirnos a la ética del sufrimiento" porque "una procesión no sólo se mira, una procesión también nos mira".

Silencios reparadores y silencios negligentes

Ha valorado "la necesidad de crear más espacios de silencio". Y ha reconocido esta necesidad en primera persona: "Quienes somos hiperacelerados, siempre arriba y abajo, somos cazadores de silencios". Y ha hablado de ello como "un don", cuando llega sin esperarlo, porque es "reparador".

Díez ha desgranado, por otra parte, "los silencios cobardes" y "los silencios negligentes". Se ha referido a quienes "han permitido atrocidades" y "complicidades muy bajas". Pero también a los "intermitentes", los pequeños silencios de todos los días. Los de "no responder a una petición, no implicarse ante una injusticia, simular que no ves una falta que se está cometiendo a tu lado".

También ha denunciado los silencios asociados a los abusos de conciencia, poder y sexuales. "Evidentemente me refiero a los abusos de la Iglesia, pero también a las escuelas de música, a los pabellones deportivos y a las casas". Los ha tildado de "silencios enfermizos que han permitido que verdugos abusaran de sus víctimas".

"Pensamos demasiado la vida y la vivimos poco"

Como periodista ha hablado del "privilegio de entrar en las casas". Ha recordado una entrevista que hizo a Pablo D'Ors y, recogiendo una de las ideas que le transmitió, ha reconocido que "pensamos demasiado la vida y la vivimos poco".

De la procesión de Semana Santa de Girona ha dicho que "no es una procesión de folclore expansivo, sino de emoción contenida". Ha hablado de la forma específica de expresarse de Girona, mientras que "el misterio siempre es el mismo".

Una experiencia universal que toma sentido en la repetición de la liturgia y que "ha configurado la vida de miles de personas". Sobre la muerte que se rememora por el Viernes Santo, Míriam ha defendido que "si no hubiera pasado, ahora no estaríamos aquí hablando de ello; y esto tiene una potencia y una fuerza enorme".

La fraternidad de las cofradías

La periodista ha subrayado que si salen los pasos de Semana Santa se debe a que hay personas que se dedican todo el año; no sólo para organizar la salida a la calle, sino realizando formación y coordinando acciones sociales. "Hay que hablar mucho más de las cofradías", ha defendido.

Y ha hablado de la fraternidad como sostén: "Las cofradías se basan en sentirse hermanos". Y ha afirmado que "sin fraternidad nos derrumbaremos como sociedad"; tal y como apuntaba el llamamiento conjunto que hicieron a "vivir juntos" el papa Francisco y el gran imán suní Ahmed Al Tayyeb en Abu Dhabi hace tres años.

Una fraternidad que considera que puede vivirse sin estar rodeado de gente; tanto en la vida eremita o monástica, o haciendo poemas que hablan de Dios encerrada en casa, como hizo Emily Dickinson. Con todo, ha concluido que "no hay Pascua sin testigos y que no hay Dios sin los demás".

Puede recuperar el acto íntegro a continuación:

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