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Catalunya Religió
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Fotografia: Vatican News.

CR Si un impacto ha tenido el papa Francisco ha sido en el mundo de la comunicación. Es un papa mediático y generalmente visto con simpatía fuera de los ambientes eclesiales. Por eso, completamos los artículos que hemos ido publicando de varios expertos con la visión que tienen del papa Francisco los responsables de los principales medios de comunicación catalanes. Les hemos pedido cuál es su valoración del papa con la pregunta "¿Qué me gusta (o no) del papa Francisco?" y publicamos las respuestas que hemos recibido coincidiendo con los diez años de su elección, el 13 de marzo de 2013.

"¿Qué me gusta (o no) del papa Francisco?"

José Antich | El Nacional

¿Qué me gusta y no del papa Francisco?

La cara del pontificado de Francisco es que se ha esforzado para que la Iglesia católica mire más allá del mundo de los creyentes con seguridades y sea vista más de cerca por las personas que en las últimas décadas se han alejado de ella —o que sienten que la iglesia se ha alejado de ellos. Hay un mundo de indiferentes a los que Francisco se esfuerza por entender y por acercarse a ellos. También es un Papa que quiere de los católicos una atención más intensa por las personas vulnerables y menos por las cuestiones de dogma y doctrina. Su política de tolerancia cero con los abusos sexuales es un ejemplo de ello. La cruz de Francisco es que a veces cuesta entender con claridad cuál es su mensaje, qué quiere, y esto llega a afectar a la posición de la Iglesia católica como institución. El ejemplo aquí sería la escasa relevancia del Vaticano en la guerra de Ucrania, cuando siempre había sido un mediador privilegiado en este tipo de conflictos.

José Antich. Director de El Nacional.

Silvia Barroso | El Mundo

Francisco, el Papa con el que se puede hablar

La figura de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, tiene todos los elementos para no satisfacer a nadie. Los más tradicionales encontrarán que se excede en cuestiones sociales y que toma decisiones que sacuden a la Iglesia innecesariamente y que no tienen suficiente consenso. Y los más progresistas encontrarán que se queda corto. No tener una posición en esa dicotomía es imposible. Para una mujer catalana y de clase trabajadora del siglo XXI, la Iglesia siempre se quedará corta en los movimientos para modernizarse –por ejemplo, en relación con el papel de la mujer– y para limpiar problemas gravísimos que arrastra, como por ejemplo los abusos sexuales cometidos por religiosos con menores. Pero quedarse ahí no sería un juicio justo. El papa Francisco ha hecho esfuerzos visibles por avanzar en estos dos temas y ha demostrado una mentalidad abierta, respetuosa y democrática en el conflicto nacional catalán, para el que ha pedido que se busque una solución dialogada y no ha dado por sentado cuál debe ser. Ha tenido la valentía de no agarrarse a la posición más cómoda, que sería ponerse de parte del Estado español. Francisco es, por tanto, el Papa con el que se puede hablar y que se atreve a pensar más allá del guión que se encuentra hecho. Y es de agradecer.

Silvia Barroso. Directora de El Mundo.

Jordi Basté | RAC1

Atractivo y rompedor

El papa Francisco ha hecho un cambio en estos últimos diez años, que puede no ser muy atractivo para muchos, pero que para mí ha sido muy atractivo y muy rompedor: utilizar la forma de hablar de la gente, el lenguaje de la gente. No es un Papa con excesiva literatura política, pero que, al menos, ha apaciguado a los anticlericales feroces que han estado permanentemente fuera de la fe. Es una Iglesia expresamente pensada por pobres y para los pobres y, sobre todo, para las minorías. Por ejemplo, ha ido muy lejos con la protección de los más desvalidos o de las minorías. O, por ejemplo, en la homosexualidad ha ido mucho más allá de lo que seguramente la Iglesia permitiría, ha llegado a su límite y ha dicho que la unión de dos personas homosexuales se considera familia. Lo que tiene por delante es muy complicado, que es reparar la crisis de fe que sufre una parte de la afición o de los que son sencillamente creyentes.

Jordi Basté. Director de El Mundo en RAC1.

Marc Basté | Nación Digital

¿Reformas en profundidad?

El pontificado de Francisco ha supuesto un giro en lenguaje y estilo, con una apertura en temas como la inmigración o el clima. Algunas expresiones, como la crítica a la “globalización de la indiferencia”, señalan una sensibilidad social positiva. O quizás también cierta astucia. En cualquier caso, hay aquí un buen comunicador. El papel de Roma frente a la pederastia sigue mostrando poca empatía. La actitud de Francisco en moral sexual o el papel de la mujer no ha pasado algún rasgo amable. La beligerancia de los sectores más conservadores contra él delata más su poco contacto con la realidad que una supuesta radicalidad del Papa. En muchos sentidos, el reloj sigue detenido. La gran pregunta sería: diez años después de su elección, ¿qué reformas en profundidad se han realizado?

Marco Basté. CEO Grupo Ediciones de Prensa Local y editor-director de Nación Digital.

Sigfrido Gordo | TV3

Comunicación y acción

Los diez años del pontificado de Francisco marcan un antes y un después en la historia de la Iglesia. Su forma de comunicar, espontánea y directa a la gente, atrae el interés de creyentes y no-creyentes. Destaca la reforma que ha hecho de la curia y la intensa lucha contra la corrupción en el Vaticano. Y, sobre todo, la reforma histórica del Código de Derecho Canónico, para defenestrar "la cultura del abuso" que ha causado tantas víctimas. Lo ha hecho pese a la oposición feroz de los sectores ultraconservadores. Francisco sale del esquema de una Iglesia encerrada en sí misma, dominada por la mentalidad clerical. Y apuesta por una Iglesia que se abra al mundo, que cuide el planeta y que salga en las periferias. No en las guerras, no en el expolio de los más pobres. Sus gestos y palabras son relevantes. Reconoce el sufrimiento y el mal cometido, y pide perdón, entre otras cuestiones, por las barbaridades cometidas por la Iglesia durante la colonización de América. Temas como el sacerdocio de la mujer y el celibato opcional de los curas, desgraciadamente, parecen quedar fuera de su pontificado.

Sigfrido Gras. Director de Televisió de Catalunya

Ramon Grau | AMIGO

Hablar Claro

Si puedo definir al papa Francisco en los diez años de su pontificado, lo haría como un gran comunicador con una manera de hacer muy distinta a quienes le han precedido. Un hombre de acción, práctico, directo y muy asertivo, con un lenguaje claro, sencillo, directo y muy pedagógico. En sus mensajes no evita temas conflictivos para la iglesia como la tragedia de los abusos sexuales, y lo dice claro; "no es suficiente con pedir perdón". Francisco se ha posicionado claramente contra la invasión de Ucrania, por la lucha a favor del medio ambiente o a favor de acoger a refugiados, criticando la posición del mundo occidental. En el caso del conflicto político de Cataluña, siempre ha llamado a encontrar una solución con más diálogo y menos ideología, instando a España a reconciliarse con su propia historia.

Ramon Grau. Presidente de la Asociación de Medios de Información y Comunicación (AMIC).

Jordi Juan | La Vanguardia

Misma doctrina, diferentes formas

Quizás lo más significativo del pontificado de Francisco sea su propia elección, que desplazó el centro de gravedad del Vaticano fuera de la curia romana con la elección del primer sucesor de Pedro procedente de Latinoamérica. Un signo de los tiempos que ven cómo Occidente comienza a transferir el poder hacia otros lugares del mundo. No ha cambiado la doctrina, pero sí las formas. Ha luchado contra el clericalismo y la corrupción desde la humildad que llevó a Jorge Mario Bergoglio a pedir a los fieles congregados en la plaza de San Pedro el día que fue elegido que rezaran por él. Es un Papa misionero, con una iglesia cercana al pueblo, no apegada a las estructuras de poder y ha fomentado el diálogo ecuménico con judíos, musulmanes y ortodoxos.

Jordi Juan. Director de La Vanguardia.

Toni Muñoz | El Punt Avui

Un Papa bienintencionado en una estructura demasiado inmóvil

En tierra de olivos, cuando los pueden, hacen suyo lo de los cuerpos de Aristóteles: "Ellas, hacia arriba, y nosotros, hacia abajo". Desde la distancia, considero que diez años después del inicio del pontificado de Francisco la Iglesia católica parece mejor, pero lo es mucho menos de lo que muchos esperaban. El inmovilismo es sustancial, en una parte sólida de la estructura eclesial y, bien pensado, no entiendo por qué fue el elegido. No sabemos si Francisco no ha tensado más por falta de voluntad o porque veía que el hilo se rompía. Y un papa puede ser muchas cosas, pero nunca rupturista. Próximo, sencillo y claro, declaró la fraternidad, en un sentido amplio, un objetivo y ha sido lo suficientemente valiente, pero más en el cara a cara que en la doctrina. Y ha mostrado una mentalidad abierta aunque, por falta de convicción o porque sabía que sus dictados no serían bien acogidos por un sector ultraconservador dominante, temas esenciales como el acceso al sacerdocio de las mujeres (ya no hablamos de otros colectivos) o el celibato permanecen en el limbo. La Conferencia Episcopal Catalana sigue inaudita.

Toni Muñoz Hidalgo. Hermes Comunicaciones, la editora de El Punt Avui.

Albert Sáez | El Periódico

Él mismo

Me gusta que haya impulsado una política de tolerancia cero con las denuncias por abusos. Me gusta que haya puesto mayor acento en la moral social que en la sexual. Y me gusta que mire menos el mundo sólo desde Europa. No me gusta que no haya sido más valiente en las reformas en el gobierno del Vaticano y que haya abierto debates para cerrarlos mal como la homosexualidad, el divorcio o el papel de las mujeres. Me gustaría que fuera él mismo con 30 años menos.

Albert Sáez. Director de El Periódico de Cataluña.

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