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Catalunya Religió
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Víctor Rodríguez –CR Han sido casi cinco años de obras desde que se fueron el año 2019 y con una pandemia de por medio. En el número 69 de la calle del Hospital de Barcelona, ​​en pleno barrio del Raval y justo enfrente del antiguo Hospital de la Santa Cruz, las Franciscanas Misioneras de la Natividad de Nuestra Señora -conocidas popularmente como Darderas- han restaurado y devuelto en su casa fundacional. Visitamos este edificio de la mano de la hermana Concepción Soto, una de las 3 religiosas que actualmente conforman la comunidad y que también es el ecónoma de la congregación. Nos acompaña Miquel Batet, el arquitecto de la reforma, persona que conoce palmo a palmo todos los rincones del nuevo edificio.

En un momento de repliegue de la mayoría de órdenes religiosas en nuestro país, volver a abrir una comunidad es un signo de identidad y de esperanza y las darderas lo han querido hacer poniendo al día su casa madre. De arriba abajo. Vuelven con un espacio en condiciones y para ofrecer al mismo tiempo un servicio social y necesario con un proyecto en mano: la acogida temporal de mujeres en riesgo de exclusión. Vuelven así a su cuna dando continuidad y adaptando su carisma al siglo XXI y lo hacen en el corazón del barrio más multicultural de Barcelona, el Raval. El barrio que las vio nacer.

Antes de la reforma la casa acogía a una comunidad de religiosas que realizaban diversas tareas asistenciales en el barrio, en la vecina parroquia de San Agustín o en diferentes hospitales donde la orden tenía actividad, realizando tareas de enfermería y de servicio religioso. El edificio, de 6 plantas y con más de 50 metros de profundidad se ha reformado de arriba abajo a excepción de la capilla, que ha sido restaurada devolviéndola a su aspecto original.

LA RENOVADA CASA FUNDACIONAL DE LAS DARDERAS ACOGIÓ EL ENCUENTRO MENSUAL DE COMUNIDADES RELIGIOSAS DEL RAVAL

El edificio esconde un bonito oratorio que después de años de humedades y polvo, vuelve a brillar como el primer día gracias a la labor de la restauradora Beatriz de Colmenares, que con cuidado y acierto ha hecho una restauración esmerada e integral. El presbiterio con un pequeño altar presidido por el Sagrario y por un Santo Cristo, se abre bajo un bonito camarín con un grupo de ángeles que mecen a la Virgen María niño, que da nombre a la congregación. El oratorio, que cuenta con varias capillas laterales, tiene un segundo piso donde se encuentra el corazón y desde donde se accede tanto al camarín como al espacio conventual.

La presentación pública del espacio se hizo el pasado 20 de enero, con una eucaristía concelebrada y presidida por el cura Martí Bonet y con la presencia de muchas religiosas y amigos de la congregación. Curiosamente, hace unas semanas la casa acogió el encuentro mensual que las distintas comunidades religiosas del Raval realizan regularmente y causó una gran sorpresa positiva al ver cómo había quedado la casa y la capilla. "La mayoría no lo creían", explica Concepción Soto.

Una renovación muy necesaria

Con el nuevo proyecto, las dependencias de las religiosas ocupan sólo dos de las seis plantas. Las tres plantas superiores, todas ellas idénticas, acogen un total de 21 cámaras completas -7 por piso- con un lavadero y una cocina-comedor en cada planta. A pie de calle se encuentran las dependencias administrativas, la capilla y un bonito patio claustral. Miquel Batet, que ha sido arquitecto de la congregación durante más de 40 años, ha liderado y concebido la reforma. Éste ha sido su último proyecto antes de jubilarse. "El edificio estaba en muy malas condiciones", dice. No había ascensor en todas las plantas y tuvieron que rehacerlo de arriba a abajo. "La congregación ha volcado mucho dinero y muchos esfuerzos en hacerlo posible y para cumplir con las normativas", explica.

La casa se ha adaptado para hacer posible 'Fem Camí', un proyecto social que estas religiosas quieren ofrecer con la voluntad de dar una acogida digna a mujeres en riesgo de exclusión social. No era volver para volver, sino para seguir ofreciendo un servicio acorde con el espíritu de la congregación. Ahora, la congregación está a la espera de recibir, por parte del ayuntamiento, la licencia de actividades y, una vez la obtengan, poder presentar el proyecto a concurso para disponer de una ayuda municipal que sostenga parte del proyecto. Las monjas han concebido la reforma a tal fin. Tal y como explica Concepción Soto: "Nos hemos paseado por todos los despachos porque nos vemos capacitadas para gestionar el proyecto sin darlo a ninguna entidad". "Con una ayuda, podremos contratar a los profesionales que puedan atenderlas", asegura. El edificio reformado, los servicios generales de la congregación y las propias religiosas, realizarán el resto de trabajo y de apoyo al proyecto. Las religiosas quieren ser parte activa del proyecto, no sólo ceder el espacio.

LAS ÚLTIMAS EJERCEN HOY SU LABOR APOSTÓLICA EN ESCUELAS, RESIDENCIAS Y CENTROS ASISTENCIALES

Las monjas son conocidas popularmente como Darderas, por su fundador, el cirujano guixolense Francesc Darder (1660-1731), que creó una Pía Unión de señoras con el fin de atender a las enfermas del Hospital de la Santa Cruz. La causa pía inicial será transformada en congregación religiosa en 1896 por la madre Isabel Ventosa Roig. En una de las salas, que en un futuro será el despacho de reuniones, se conserva todavía el armario de la Causa Pia como un pequeño tesoro. El doctor Casañas, entonces obispo de Urgell, será quien redacte sus constituciones sumando el carisma franciscano por petición de las propias religiosas. En 1918 -hace poco más de cien años- la Congregación recibió la aprobación pontificia de que sería la definitiva. Y es que hace muchos y muchos años que estas religiosas están presentes entre estas paredes, justo delante de donde iban a realizar su servicio más necesario: el cuidado de enfermas del hospital.

Con un centenar de religiosas en la actualidad, las Franciscanas Misioneras de la Natividad de Nuestra Señora desempeñan hoy su labor apostólica en escuelas, residencias, centros asistenciales y en el ámbito de la pastoral de la salud. Lo hacen a través de las diversas comunidades establecidas en España, Perú, Argentina y Uruguay. Y en pleno 2023, siguen haciendo camino volviendo al corazón de Barcelona, ​​en la calle que las vio nacer. Ahora, la pelota está en el tejado del ayuntamiento y si acepta pronto el proyecto, un nuevo camino para muchas mujeres se abrirá en medio del Raval. No está loco quien vuelve a casa.

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