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Catalunya Religió

(Jordi Faulí) Jordi Bonet fue de convicciones hondas y de asunción de los compromisos que en consecuencia y con clarividencia asumía. Tenía un trato atento con todo el mundo, con bonhomía, con actitudes positivas, también con exigencia. La fe y la estima por el país guiaron su vida. En el escultismo encontró un movimiento y un método para formar a los jóvenes en la responsabilidad, en el servicio a los demás, en la fe y en la construcción del país. Llegó a ser máximo responsable mundial del escultismo católico, siempre pensando que así ayudaba a los jóvenes y a Cataluña.

Fue un arquitecto conocedor de la arquitectura histórica y de las técnicas constructivas, buen dibujante, con un uso austero de los materiales y espacios, atreviéndose en el uso de nuevos materiales cuando lo consideraba necesario. Conocía muy bien el trabajo del albañil y lo tenía en cuenta en los proyectos de los muchos edificios que construyó. Buscaba siempre la belleza y se preocupó de manera especial por la acústica de los espacios arquitectónicos, que estudió y aplicó a los auditorios de El Vendrell y de Tortosa, y otros.

Seguía lo que creía que convenía en cada momento con determinación, entusiasmo, perseverancia, audacia, capacidad de trabajo e inteligencia. A partir de lo que su padre le había hecho ver, tenía claro que la construcción de la Sagrada Familia debía continuar, porque mostraba la belleza del cristianismo a la gente de hoy, porque era el proyecto de un pueblo y la voluntad de Gaudí, que había dejado maquetas definidas y descripciones claras, ¡un proyecto de tanta calidad que no nos podíamos perder! Y así lo defendió, y así lo explicaba en sus múltiples visitas y conferencias, sumando apoyos.

Acabó la arquitectura del porche de la Fachada de la Pasión siguiendo el plano de Gaudí y terminando la tarea iniciada por sus predecesores. Con mucho empuje impulsó a la Sagrada Familia todo lo que convenía para construir el proyecto de las naves. Él estudió con detenimiento de las maquetas de Gaudí e incorporó todo lo que consideraba necesario: el cálculo estructural según las normativas de hoy en día, el uso de medios informáticos para el estudio del proyecto original de Gaudí y la producción de las columnas de piedra, la formación de un equipo capaz de colaboradores, la elección de un conjunto de albañiles y de industriales competentes, la intervención de grandes artistas, etc. Los arquitectos de la Sagrada Familia le agradecemos su confianza y su maestría.

Una de las decisiones más importantes que tomó, y quizás la más decisiva para el proyecto, fue construir las bóvedas hiperbólicas de la nave central, crucero y ábside con bóveda catalana y mosaico veneciano de colores. El trabajo que realizó en estas vueltas encontró el momento culminante con el proyecto de la representación de Dios Padre en lo alto del ábside y del presbiterio con un triángulo dorado rodeado de azules, que surgen de la geometría que Gaudí propuso para las luciérnagas de las bóvedas de las naves. Utilizar la bóveda de ladrillo de plano para las bóvedas fue una decisión audaz que dio una mayor sensibilidad y belleza a la construcción del proyecto... y, al cabo de un tiempo, unos manuscritos del arquitecto ayudante de Gaudí, Domènec Sugranyes, descubiertos entonces, indicaban que Gaudí quería ir en esa dirección.

El 7 de noviembre de 2010 fue un día de especial alegría para él. Entregaba al Santo Padre las llaves de la Basílica con las naves terminadas, veía y escuchaba cómo el Pontífice dedicaba el Templo y reconocía las altas cualidades litúrgicas y espirituales del proyecto de Gaudí, que gracias a mucha gente, y a la seria y eficaz perseverancia de Jordi Bonet, eran visibles en todo el mundo desde Barcelona y Cataluña.

Jordi Faulí, arquitecto director de la Sagrada Familia

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