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Catalunya Religió
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(Glòria Barrete –CR) En el año 2020, el teléfono de la esperanza atendió 54.846 llamadas. Se le suman, desde el mes de agosto, 1.102 llamadas más hechas al teléfono de prevención del suicidio. Dos herramientas, gestionadas por la Fundación Ayuda y Esperanza, que han servido para poner en marcha el Observatori de l’Esperança (Observatorio de la Esperanza), un informe cuantitativo y cualitativo para radiografiar la situación emocional y mental actual.

Las llamadas de temática suicida están subiendo de forma constante desde octubre de 2020, afirman desde el Observatori de l’Esperança. Si en 2020 superaban el millar de llamadas, en lo que va de año 2021 el teléfono ya ha sobrepasado las dos mil con creces. Desde el Observatori apuntan que la gente que llama “es sólo la punta del iceberg” de un problema sistémico, enquistado y que va a más.

Si el año 2019 fue 3.671 suicidios en España y 535 en Cataluña, pese a no tener aún datos de 2020, desde el Observatorio sí afirman que los datos hospitalarios muestran un aumento de las tentativas o ideaciones suicidas o las autolesiones, sobre todo entre los más jóvenes. “A modo aproximativo, porque todavía no hay datos concretos, se puede afirmar que en Cataluña durante el año 2020 se habrían producido unos 98.243 intentos de suicidio y unas 288.182 ideaciones”.

No hablar del suicidio no hará que desaparezca

Es con voluntad de servicio y cambio de pautas y directrices sociales que debe entenderse la presentación del Observatori de l’Esperança (Observatorio de la Esperanza). “Si no recogemos los datos no sabemos si vamos bien o si hay que cambiar el camino”, afirmó Gemma Tarafa, concejala de salud, envejecimiento y cuidados del ayuntamiento de Barcelona. Hay que, explica, “seguir visibilizando lo invisible”. Hay que hablar del suicidio porque no hablar de ello “no hará que desaparezca”.

“Estamos viviendo una crisis de salud mental y emocional sin precedentes”, reconocen con preocupación desde el ayuntamiento. Según el CIS, seis de cada diez personas ha sufrido episodios de depresión y angustia en el último año, y las tentativas de suicidio en menores en Cataluña han sobrepasado ya el número seiscientos. Recuerdan, sin embargo, que detrás de los datos “siempre hay personas”.

Y de personas que necesitan una escucha activa, en la Fundación Ayuda y Esperanza son expertos. En la Fundación, ha reconocido Tarafa, trabajan “con rigor, eficiencia, sensibilidad y estima”. Lo hacen con más de 300 voluntarios que han recibido formación específica y cuentan con un acompañamiento de psicólogos. Un “pequeño milagro que lleva 54 años”, recordó Esperança Esteve, directora de la Fundación Ayuda y Esperanza, que responde “a una necesidad social”.

Este servicio y conocimiento ha comportado también el interés de diferentes ciudades y municipios “para saber cómo afrontar localmente el problema”. El 50% de las llamadas que se reciben ya provienen de fuera de la ciudad de Barcelona. Es necesaria una mirada de país, sostiene Gemma Tarafa, porque este problema “no es de Barcelona, ​​es de país”.

Sesenta mil historias

El Observatori de l’Esperança (Observatorio de la Esperanza) nace a partir de sesenta mil historias de vida recogidas por voluntarios que toman notas anónimas. “Un tesoro que tardaremos en digerir”, afirmó Oriol Homs, sociólogo y director del Observatorio, pero que podemos convertir “en datos y estadísticas cualitativas para afinar ciertas líneas de trabajo”.

A pesar de ser una escucha anónima, sí se puede saber un poco el perfil de quienes llaman. Homs ha explicado que las mujeres llaman más, aunque los hombres se suicidan más según las estadísticas. Normalmente la mayor parte es gente adulta, y ven que la gente muy grande llama poco. “En el teléfono del suicidio, más de un 26% son jóvenes de entre 18 y 29 años”. Las llamadas pidiendo ayuda son transversales en los diferentes ámbitos y estratos sociales. Un 33% provienen de la ciudad de Barcelona, ​​casi un 50% de Cataluña, y un 17% del resto de España. “El teléfono nos permite superar fronteras territoriales”.

En cuanto a las problemáticas que presentan las personas que llaman, destacan tres que se repiten. “La salud mental, los problemas relacionales, y la soledad no deseada”.

Del teléfono de prevención del suicidio se desprende que del total de llamadas atendidas, el 57% corresponde a conductas suicidas; el 12,9% son silenciosas, de los que no se atreven a hablar pero llaman, y el 29,79% no tienen contenido suicida. También han destacado que las llamadas de familiares o amigos representan ya un 16% del total.

Teresa Llorens, de la Diputación de Barcelona, ​​ha apuntado también que el ámbito de la atención social y psicocosial “queda a menudo aparcado en los proyectos y directrices de trabajo”. La pandemia del Covid-19, sin embargo, “ha puesto a prueba nuestra salud emocional" y Llorens cree que el teléfono de la esperanza “ha jugado en ello un papel fundamental”. Con el Observatori de l’Esperança, reconoce, se abre una oportunidad para hacer “una acción transformadora a partir del conocimiento que la Fundación Ayuda y Esperanza tiene del tema”.

El Observatori de l’Esperança nace también del ayuntamiento de Barcelona, ​​de la Fundación la Caixa, y de la Diputación de Barcelona.

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