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Catalunya Religió
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Jordi Llisterri –CR “Muchos dicen que Cuixà fue el símbolo de un gran fracaso de Montserrat, pero yo considero que fue un símbolo de su gran éxito”. Así se explica a los 96 años Jordi Vila, o padre Plàcid, que fue uno de los ocho monjes de Montserrat trasladados a Cuixà en 1965. Es uno de los 140 testigos que recoge el libro Cuixà, exili i refugi. Un testimoni al peu del Canigó (1965-1985), publicado del Avance.

El antropólogo Jordi Tomàs ha recogido en este volumen el testimonio de una experiencia singular y muy sintomática de una época efervescente eclesial y políticamente, la de Concilio Vaticano II y el fin del franquismo. La división que se vivió en el monasterio de Montserrat coincidiendo con el exilio del abad Aureli M. Escarré, llevó a ocho monjes a iniciar una nueva etapa en la Catalunya Nord. Allí encontraron un monasterio casi en escombros que fueron reparando.

"DE CADA PERSONAJE DEL LIBRO 'CUIXÀ, EXILI i refugi' SE PUEDE HACER UNA SERIE EN NETFLIX"

La semana pasada, la librería Ona de Gràcia acogió la undécima presentación del libro, que por undécima vez volvió a superar el aforo. Jordi Vila explicaba que "en Cuixà todos juntos conseguimos hacer un espacio de libertad". Todos juntos, porque la experiencia fue mucho más allá de la vida de los monjes. Fue un espacio de encuentro de opositores al régimen, de exiliados, represaliados y de quienes apostaban por una aplicación más radical de las reformas a las que abrió la puerta el Vaticano II. Un lugar donde "pensar libremente" o un "refugio del pensamiento".

La influencia de esta experiencia todavía perdura en mucha gente porque en esta aventura se implicaron muchos jóvenes, en estancias temporales o de larga duración compartiendo la vida con la comunidad. Pese a la rotura que representó ese momento, Jordi Vilà explicó que la relación personal con los monjes de la comunidad que quedaron en Montserrat ha seguido siendo cordial.

Memorizar un episodio histórico

“Cada personaje del libro es para hacer una serie en Netflix”, decía el autor, hijos de uno de los ocho monjes que se exiliaron en el monasterio y que, como la mayoría, al cabo de un año iniciaron una nueva vida de familia. Hace siete años, cuando se celebró 50 aniversario de ese inicio, en una reunión de quienes la protagonizaron decidieron encargar un libro. Veían que se estaba perdiendo la memoria de un episodio histórico. Y Jordi Tomàs se encontró con un pozo sin fondo de testigos como quienes intervinieron en la última presentación, Abel Bartolomé y Roser Vernet: "yo soy la que soy por mi experiencia en Cuixà". Y como ha ocurrido en cada presentación, el acto se completó con nuevas aportaciones de los asistentes que también guardan su recuerdo e impronta de la experiencia de Cuixà.

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