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Catalunya Religió

(Glòria Barrete –CR) No le gusta que le califiquen y etiqueten como 'teólogo del Papa'. Así de contundente se expresa Carlos Maria Galli al empezar nuestra entrevista. Aprovechamos su estancia y participación en el Congreso sobre el Papa Francisco celebrado en el Ateneu Universitari Sant Pacià, para preguntar a este sacerdote argentino y decano de la Facultad de Teología de la UCA cómo es la teología de Francisco.

Usted conoció al Papa como Jorge Maria Bergoglio hace más de 30 años. ¿Ha cambiado la teología de Bergoglio al acceder a Papa?

El Papa y yo comenzamos a tener trato en el año 1986. Luego vino de obispo auxiliar a Buenos Aires en 1992 y en el 98 se convirtió en arzobispo de la diócesis. El Papa Francisco ha sido mi arzobispo durante quince años. Siendo yo vicedecano y decano después de la Universidad Católica de Argentina tuvimos mucho trato. Él era el gran canciller de la Universidad, y también en acontecimientos eclesiales diversos. Muchos periodistas me han preguntado después que lo eligieran Papa si Bergoglio cambió o si es el mismo que estaba en Buenos Aires. En él hay tres grandes etapas. El padre Jorge, el jesuita; el obispo auxiliar, después arzobispo y más tarde cardenal; y la tercera etapa le llega a los 76 años, cuando le cambian de diócesis. Lo digo con humor, le cambiaron de diócesis, de un archidiócesis a una diócesis que es la de Roma, a ser sucesor de Pedro, el pastor universal, el Papa. ¿Es el mismo o es distinto? La lengua castellana nos permite jugar con dos verbos, ser y estar. Yo digo que Francisco es Bergoglio, pero está distinto. Es Bergoglio, en su forma de ser sacerdote y obispo, en su forma de pensar, sentir y actuar, que es la misma. Él siempre fue un hombre de mucha oración y en la oración está su discernimiento a las decisiones que toma, esa es una característica de siempre. Y de siempre también es su sencillez, en la forma de ser y de vivir, en su estilo austero y pobre porque él se toma en serio lo que san Ignacio pide a los jesuitas. O también en su ir a las periferias, existenciales y sociales, sirviendo a los más pobres y valorando su fe y su piedad popular. Trata de aprender de ellos, no como alguien que va a cumplir una tarea para otros, si no como alguien que va al encuentro de los otros, que se hace amigo de los otros, esas son características de siempre. El Papa es un hombre de una capacidad de trabajo enorme, a quien no se le puede seguir el ritmo, que tiene una fortaleza interior inquebrantable, y al mismo tiempo mucha paz, eso es el Bergoglio de siempre.

¿Y en qué diría que está distinto desde que es Papa?

Él dice que desde el momento de la elección ha recibido una paz enorme, que la tenía antes pero distinta, que le trasciende y que le permite mantener la serenidad frente a todo lo que le toca vivir como obispo de Roma y cabeza de la Iglesia. Uno diría, ¿puede un ser humano soportar el peso de llevar la Iglesia católica con 1.300 millones de personas, ser líder también de las Iglesias cristianas, ser un líder también moral en un mundo convulsionado? Si uno está arraigado en Cristo, entonces sí. El Papa está arraigado en Jesús, y cuando él le dice a la gente 'recen por mi', no está haciendo un consejo piadoso, no, está diciendo: 'mi ministerio depende de la oración de ustedes', porque quien sostiene el ministerio es el mismo Señor. Como Papa manifiesta más la alegría, que siempre la tuvo, pero la manifiesta, lo ves sonriendo y contento con la gente. No es fachada, sale de dentro. Y, siendo la máxima autoridad, el Papa tiene la máxima libertad. Actúa con mucha libertad y no le importa el qué dirán. Les pido que lean la intervención final del Papa en el Sínodo de la Amazonia, verán como habla con mucha libertad.

El concepto de periferias parece un concepto acuñado por Francisco. ¿Es eso el núcleo de su pastoral?

En la pastoral del Papa Francisco hay tres palabras juntas: cercanía, proximidad y encuentro. Y no son un invento de él si no que nacen de mirar a Jesús. Es la lógica evangélica que vemos por ejemplo en la parábola del Buen Samaritano. La concepción pastoral del Papa es que la Iglesia debe ir al encuentro, de todos los seres humanos. Es cierto que él acuñó el concepto periferias, geográficas, sociales y existenciales. El Papa en la encíclica ‘Lumen Fidei’ dice que la fe no es tanto un faro que en la bahía ilumina desde arriba y a lo lejos, si no que la fe es más como la luz de una lámpara o de una vela, que uno tiene en la noche o cuando se va la luz. La luz de la vela alcanza para iluminar muy cerca, sólo para dar un paso o dos, no se trata de una luz inmensa que te aclara todo el panorama, si no que es más parecida a una candela que te ayuda a dar un paso en la vida. De ahí su conciencia de los límites humanos, de discernir cada paso que hay que dar. En la encíclica 'Amoris Laetitia' también se ve la lógica de su misericordia pastoral en relación a las situaciones sociales, conflictos, y desigualdades. A esto él le llama la cultura del encuentro. Y cuando la gente le pregunta qué tenemos que hacer frente a los problemas, él les dice 'dialogar, dialogar y dialogar'. Y eso vale para la Argentina que tiene un conflicto, vale también para Cataluña, vale para todo el mundo. Dialogar es el método de la cultura del encuentro. La teología del Papa está centrada en el Evangelio, surge del Evangelio.

¿Y cuáles son los grandes temas del pontificado del Papa Francisco?

Son tres: la alegría, la misericordia y la misión. La alegría porque el Evangelio es buena noticia. La alegría atraviesa todo el pontificado del Papa, su magisterio es como un poliedro de la alegría. El otro gran tema, la misericordia, es la clave hermenéutica de su pontificado. El que quiere entender a Francisco tiene que entender que él nos enseña que Dios es amor y misericordia. Si uno no entiende eso, no entiende nada del pontificado y entonces se queda con puntitos aislados, miradas parciales, anécdotas secundarias. La misericordia lo cambia todo, es el amor de Dios al ser humano en sus miserias. La misericordia se ve en la actitud del Papa, por ejemplo, ante los migrantes, refugiados y desplazados. Se le atribuye al Papa inventar una política para los migrantes. ¡Un momento!, las sociedades y los Estados deben tener actitudes y políticas frente al drama de los migrantes, pero la actitud evangélica la manda Jesús. A los Papas les critican porque repiten lo de Jesús, entonces la oposición es a Jesús. Puedes ser un cardenal, un obispo, un cura, un laico, pero estás criticando algo que te pide Jesús, que seas misericordioso. Debemos revisar nuestras actitudes porque a veces llevamos el nombre de cristianos pero no actuamos como nos pide Jesús. Hay que ver qué me molesta, ¿algo que dice el Papa o algo que dice Jesús y me recuerda el Papa? Después están las opiniones frente al pontificado que está haciendo Francisco y la reforma de la Iglesia que se ha tomado en serio. No la inventa él, es la reforma de la Iglesia del Vaticano II, con muchas cuestiones pendientes. Es una nueva fase de la aplicación del Concilio Vaticano II, ya hubo otras.

¿En esta nueva fase se enmarcan renovaciones como la de aceptar hombres casados para el sacerdocio en el caso de la Amazonia?

En la Amazonia tenemos la punta del iceberg de dos grandes problemas globales. Uno, la inequidad que sufren las personas y los pueblos y, segundo, la inmensa crisis ecológica del planeta. Esos dos problemas la Iglesia los ve porque está en el territorio, acompañando la vida de la gente, a unos 35 millones de personas en la región amazónica. Al final del Sínodo el Papa dice: "no nos quedemos con puntitos sueltos, cuando comuniquen los resultados del documento del sínodo compartan los diagnósticos y puntos de vista que hemos alcanzado aquí por consenso". Si tienes grandes extensiones y comunidades católicas muy dispersas donde el sacerdote va una vez al año o una vez cada dos años, y decimos que la Eucaristía es el núcleo y centro de la vida cristiana, les corresponde a los pastores de la Iglesia buscar soluciones. Lo indica el Vaticano II. En ese marco hay que repensar la forma del ministerio, que no se trata de abolir el celibato o el presbiterado célibe, si no de ampliar el presbiterado siguiendo la tradición de la Iglesia Latina de los primeros 1000 años, y compartiendo la tradición de las Iglesias Orientales de dos mil años. Se trata de discernir la modalidad del presbiterado hoy para servir a las comunidades en esa región y para que tengan la Eucaristía, que es la plenitud de la vida cristiana.

Frente a oposiciones al Papa de todo tipo, ¿cómo le augura usted el futuro al Papa Francisco?

Lo tiene difícil porque la realidad nos desborda, porque el amor de Dios nos desborda, y porque la misión nos desborda. La misión es más grande que nosotros y la misión del Papa es más grande que él. Con incomprensiones y rechazos, sí, hay gente que lo cuestiona por puntos doctrinales, gente que le cuestiona porque le tiene miedo o no tiene ganas de hacer las reformas institucionales, y hay gente que le cuestiona porque cuestiona la dimensión social del Evangelio de Jesús, y esa es la oposición más grande de sectores políticos y económicos en el mundo que no quieren escuchar el Evangelio. Todo eso existe pero yo pienso, ¿cuántos son? Porque el Papa es la cabeza de 1.300 millones de católicos, ¿cuántos son? Tienen medios poderosos pero no debe preocupar demasiado. Hacen mucho ruido pero más importante es ver que hablo en muchos países diferentes y la gente apoya y quiere al Papa. El futuro lo veo con mucha esperanza. Seguirá siendo Papa hasta que la vida o la salud lo permita. Quiero dejar claro que el Papa es de la idea que lo que importa es generar, iniciar o consolidar procesos irreversibles de reforma, ya sea en la vida personal como en la vida de la Iglesia. Creo que está consolidando procesos iniciados antes que él, e iniciando procesos de reforma que van a ser irreversibles, porque Dios los quiere para bien de la Iglesia y del mundo de hoy.

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