Pasar al contenido principal
Catalunya Religió
Cardenal Giuseppe Versaldi a l'AUSP
Cardenal Giuseppe Versaldi a l'AUSP

Glòria Barrete –CR El cardenal Giuseppe Versaldi ha ocupado hasta hace pocos meses, y desde 2015, el cargo de Prefecto del Dicasterio para la Educación Católica. Ha visitado Cataluña con motivo de su investidura como Doctor Honoris Causa por el Ateneo Universitario Sant Pacià, y hemos aprovechado para hablar con él sobre los retos actuales de la educación católica, el papel de la inteligencia artificial, o el camino de fe para un joven hoy.

¿Qué papel debería jugar hoy la escuela católica en el siglo XXI?

La tradición de la Iglesia desde la antigüedad es la de buscar un diálogo entre el mensaje evangélico, por tanto, entre la fe y la razón. La fe viene de arriba, desde un nivel trascendente. La razón, en cambio, se limita al nivel del conocimiento empírico y del conocimiento del mundo según un método basado en la realidad presente. La Iglesia, como digo, desde sus orígenes, ha tratado de dialogar con las diferentes culturas, desde el judaísmo, el helenismo y después el mundo romano y así sucesivamente. Y es significativo que las universidades nacieran por iniciativa de la Iglesia, precisamente para ese diálogo entre fe y cultura y en una comunidad que buscaba la belleza de la verdad para transmitirla y profundizarla en las distintas generaciones. Se dirigió sobre todo a los jóvenes, porque es la etapa que más condiciona el resto de la vida en el período de formación. Es ya una tradición antigua esta tendencia a dialogar incluso con los no creyentes sobre la base de valores comunes y un método racional para llegar a toda la verdad.

La sociedad actual vive una pérdida del puente clásico de transmisión de la fe, como eran la familia, la escuela y la parroquia. ¿Qué retos tiene la educación católica frente a ese panorama?

He aquí el desafío que existe en el mundo de hoy, sobre todo en las Iglesias de tradición más antigua como en Europa, en España, pero también en Italia. Es decir, la de poder utilizar, como insistía el Papa Francisco en el Evangelii Gaudium, un lenguaje y un método de diálogo comprensible para los hombres de nuestro tiempo, y de todas las culturas. Y esto requiere una renovación por parte de la Iglesia para ir, como dice el Papa Francisco, al corazón del mensaje evangélico y no perderse en cosas secundarias, con el bien entendido de que los bautizados ya tienen una madurez de fe. Vemos que no es así. Hay que volver atrás, como indicaba el Concilio Vaticano II, ir a las fuentes que van al corazón del Evangelio, para que no se reduzca a un moralismo estéril y amargado. Es necesario motivar a la Iglesia para utilizar un lenguaje comprensible, lo que no significa adaptarse a la mentalidad del mundo, sino hacernos entender y ayudarnos unos a otros. E implica también escuchar a las diferentes culturas, incluso a las que no creen. Porque la verdad no está sólo dentro de la Iglesia. Cierto es que la Iglesia proviene de Cristo como misión, pero todos los hombres provienen de Dios como Creador, por lo que la semilla de la verdad también se encuentra en otras culturas. Por tanto, el diálogo interreligioso e intercultural es importante en la Iglesia. Necesitamos encontrar este equilibrio para ir a lo esencial, para hacernos comprensibles. Como le sucedió a Jesús, la Iglesia no impone sino que propone el mensaje, dejando libres a las personas. Sólo una fe madura y convencida puede dar testimonio de la luz. De lo contrario, como decía el Papa Benedicto XVI a quienes lamentaban los tiempos pasados ​​porque había más cristianos, hay que tener cuidado porque muchos son arrastrados y no convencidos por el Evangelio.

¿Qué puede aportar el humanismo cristiano que sugiere la Iglesia frente a las redes sociales, la televisión o la inteligencia artificial?

Vivimos en una era de enormes desarrollos en la comunicación de herramientas. La Iglesia no puede ignorar la necesidad de utilizar estos medios. Pero hay que advertir contra los riesgos de una comunicación irresponsable, no libre, con el peligro que el progreso técnico pueda dañar el bien común, dejando a quienes tienen el poder de estos medios manipular la realidad y las conciencias. La inteligencia artificial es un reto bonito, pero también peligroso, porque realmente corre el riesgo de escapársele de las manos no solo a quienes la sufren, sino también a quienes la crean. La inteligencia artificial tiene la capacidad de manipular la realidad y está desproveída de autoconciencia.

¿Es difícil para el joven de hoy realizar un camino de crecimiento en la fe?

La paradoja es ésta. La Iglesia invierte mucha fuerza, mucha energía en la iniciación en la fe, pero no en la maduración de la fe. Es decir, llevamos a los niños a hacer catequesis y hacemos cosas hasta la adolescencia y su confirmación. Luego, cuando son más capaces de ser libres y racionales, nada. El esfuerzo de la Iglesia casi ha desaparecido en la etapa adulta. Asumimos erróneamente que un árbol puede madurar por sí mismo, sin cultivarlo en el tiempo de crecimiento. El Concilio Vaticano II, pero sobre todo los sucesivos Papas, han insistido mucho en la formación permanente no sólo de los sacerdotes, sino de los laicos creyentes para que puedan responder a las dudas que surgen en el interior de todo creyente, sobre todo en los momentos difíciles, en los que uno se pregunta '¿dónde está Dios?'. Debemos saber dar respuestas. No es que la Iglesia tenga respuestas para todo, porque nuestra fe continúa siendo un misterio, pero al menos tenemos que ayudar los jóvenes a crecer también en la fe, no solo en edad y conocimientos.

¿Va en esta línea el Pacto Global Educativo que pide y defiende el papa Francisco? ¿En qué consiste?

Un pacto global significa precisamente la traducción concreta del diálogo con quienes no creen, o en quienes creen en otras religiones, para encontrar un pacto, es decir, una paz antropológica común que no se base en la diversidad religiosa, sino en la racionalidad común del hombre abierto a lo trascendente. Sin embargo, el Papa insiste mucho en los peligros de las desviaciones extremistas incluso en el campo religioso, que son las que obligan a las personas a unirse a una fe y luchar contra las demás. En cambio, tenemos una raíz racional común que puede sentar las bases de un pacto que sea precisamente a favor de la educación entendida como acompañamiento y no como adoctrinamiento de los jóvenes para que exista esta tolerancia. Pero la educación también tiene la responsabilidad de ayudar a los jóvenes a crecer en todos los niveles de la educación integral, todos.

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.