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(Víctor RodríguezCR) No lo sabe todo el mundo –ni es profecía– que un campo de fútbol deba tener capilla. Pero sí es el caso del Camp Nou, un templo laico de nivel mundial que esconde en su corazón un pequeño oratorio católico.

Descubrimos hoy la capilla dedicada a la Virgen de Montserrat del Camp Nou y lo hacemos de la mano de Joan Rovira i Andreu (La Bisbal del Penedès, 1935). Hablando con él nos damos cuenta de que es historia viva del Barça, un hombre de fe que se ha dedicado de forma altruista a cuidar de la parte más espiritual del club: la capilla del Camp Nou.

Cómo empezó todo

Cuando se inauguró el Camp Nou, por la Fiesta de la Virgen de la Merced de 1957, el club encargó una imagen de la Moreneta en el Monasterio de Montserrat. Fue la talla que durante la misa inaugural dio la vuelta al campo sobre los hombros de varios miembros de la Penya Solera. Para la ocasión también se encargó una piedra portada del Macizo de Montserrat para que hiciera de pedestal y que situaría con la imagen, en la capilla del estadio, en el pasillo de salida al campo, tal y como previó el arquitecto Francesc Mitjans. "Cuando se inauguró el estadio, sólo teníamos la imagen y la piedra", explica Joan Rovira. Una vez inaugurado el estadio, la capilla presidida por la Moreneta, quedaría medio olvidada y descuidada.

Un accidente revelador

Un tiempo después, dos miembros de la Penya Solera sufrieron un accidente de coche volviendo de Castelldefels y se encomendaron a la Virgen de Montserrat. Una vez recuperados y en acto de agradecimiento a la Moreneta, compraron dos candelabros para adornar e iluminar la capilla. Aquí empezó parte de la historia que hoy contamos.

Al llevarlos a la capilla y descubrir el estado del espacio, la Penya Solera se ofreció al club para custodiar, ornamentar y cuidar la capilla: "Fuimos a ver al presidente Miró-Sans y cuando le pedimos dinero, abrió un cajón y dijo: todo esto son facturas por pagar. Dinero no tengo", expone Rovira.

Con esta respuesta, fruto de las deudas que tenía el club por las obras del Camp Nou, la Penya se ofreció a costear las obras de adecuación del oratorio. Desde entonces, Joan Rovira es custodio de la capilla, primero como miembro de la Penya y después a través de la Agrupació Barça Jugadors, la antigua Agrupación de jugadores veteranos del Barça: "Por la Fiesta de Nuestra Señora de la Mercedes, cada año la Penya hacía un regalo a la capilla a fin de irla adornando. Ese día se bailaban sardanas y los directivos bajaban a visitar la capilla".

La Penya Solera, la primera

"Esta Penya era la única por ser la primera, era 'La Penya' en mayúsculas. La decana de todas", explica Joan Rovira. Y es que a partir de ella, irían creándose peñas culés en todo el país y del mundo: "Se decía que de la Peña Solera salían los directivos del Barça, si bien no es muy cierto". Lo cuenta con cierta sorna Rovira, que es hoy el último miembro vivo de la primera penya culé. Desaparecida la Penya Solera, al ser también miembro de la Agrupación de ex jugadores del Barça, se ofreció para continuar como custodio de la capilla, cargo que autorizó por escrito el presidente Josep Lluís Núñez en 1997.

Más de 60 años después, Rovira, ahora con la ayuda de su hijo, vela aún por que la capilla luzca y esté debidamente adornada: "Cuando hay partido cuidamos que las luces estén abiertas, cambiamos las flores según el tiempo litúrgico y procuramos que no falte ningún elemento que una capilla debe tener".

La capilla hoy

Situada bajo el graderío de tribuna, tal y como se comprueba en el techo, la capilla todavía está situada en su emplazamiento original. Es el elemento que une césped y vestuarios, y lugar de paso obligado para salir al terreno de juego.

Con el paso de los años, la Moreneta ha visto cómo se iba completando todo el oratorio gracias al tesón y empuje de Rovira. Se colocó el altar con el escudo de la Penya Solera, del Barça y de la ciudad con una inscripción en latín muy explícita: "La mesa y la ahora dedicada a Dios por la fe de los hermanos". Vendrían después el sagrario, los bancos y las vidrieras, que dan luz y esconden la pequeña sacristía que hay detrás del altar. Varias pinturas murales adornan las paredes y la hacen aún más acogedora, más culé y más montserratina.

La capilla –que por la situación del Camp Nou recae en la demarcación de la parroquia de Santa Tecla– acoge cada noviembre una misa por los difuntos de la entidad Barça Jugadors. Históricamente ha vivido dos grandes momentos gloriosos: la visita del papa Juan Pablo II en 1982 y la capilla ardiente del histórico Josep Samitier. "Cuando murió Pep Samitier por aquí pasaron miles de personas a darle el último adiós", recuerda con emoción Joan Rovira.

Y es que la Moreneta presencia desde 1957 la fila que hacen los jugadores –los de casa y los de fuera– antes de cada partido. Asimismo, es parada obligatoria de los miles de culés de todo el mundo que peregrinan hasta el estadio para realizar la visita turística.

Cuando se dice que el Barça es más que un club es porque cuenta con personas como Joan Rovira, que han dedicado cuerpo y alma –nunca mejor dicho– a quererlo y hacerlo mayor, especialmente, cuidando y agrandando la capilla que hoy luce mucho más que el primer día.

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