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Catalunya Religió

(CR) Con la visita del papa Benedicto XVI a la Sagrada Familia hace once años, el entonces arquitecto director de la Sagrada Familia, Jordi Bonet i Armengol, dio un discurso en el que hablaba de la aportación de Antoni Gaudí al Iglesia universal. Describió el simbolismo del templo, defendiendo "una nueva arquitectura" que conseguía "expresar los misterios de nuestra fe" y "la elevación del espíritu". Con motivo de su muerte, recuperamos aquí las palabras que pronunció aquel 7 de noviembre de 2010:

Breve explicación sobre la construcción del templo

Santidad.

Me complace mostrar la alegría de todos los que hemos trabajado para levantar este templo, por vuestra presencia, dando gracias al Señor, que nos ha salvaguardado de accidentes durante tantos y tantos años que hemos tardado en levantarlo, y que una obra iniciada por nosotros, los catalanes, es hoy universal, ya que se sigue realizando con aportaciones de todo el mundo.

Un arquitecto genial ha hecho un lugar de alabanzas, de acción de gracias y de paz, donde mediante el arte se puede transmitir y profundizar la fe cristiana a gente de todo el mundo. Hace más de ochenta años que Antoni Gaudí murió, pero nos dejó todos los elementos arquitectónicos que han permitido cubrir y dejar plenamente realizado lo que soñaba.

Es una "nueva arquitectura", viva, con color y movimiento, con formas inspiradas en la naturaleza que nunca se habían utilizado. Con la ayuda de la geometría presenta una síntesis de la estructura y de la forma para expresar los misterios de nuestra fe en una catequesis que explica y enseña a quienes vienen lo que significa Jesucristo en la historia de la humanidad, y es camino de verdad y de vida eterna.

Sus columnas inclinadas y las bóvedas de formas y estructura equilibrada son combinaciones geométricas de superficies regladas, que a su vez expresan la elevación del espíritu y armónicamente enlazan la tradición y el futuro más atrevido. Con el simbolismo de las verdades de la fe, la luz viene del cielo y ya desde el acceso al templo por el Portal Mayor se ve en el fondo del ábside el triángulo trinitario, el "Fiat Lux" del primer acto de Dios Padre Creador. La oración del Padre Nuestro, que en cincuenta lenguas ofrece la oración que Jesús nos enseñó, escrita en esta puerta nos hace sentir la filiación divina y la fraternidad de todos en un clamor en favor de la Paz, a la vez que simboliza el sacramento de la Eucaristía. Las más de cincuenta columnas representan la universalidad de la Iglesia, desde las iglesias que fundaron los apóstoles a las de más cerca –las de los pueblos de habla catalana– y las de todo el mundo.

La luz entra también a través del color de las vidrieras, con los nombres de santos y santuarios de más devoción de todas partes, y por las bóvedas del crucero se vislumbra la Jerusalén celestial. En el presbiterio, las columnas dedicadas a los apóstoles Pedro y Pablo apoyan al baldaquino con los dones del Espíritu Santo, que a su tiempo apoya al Santo Cristo y que cubre el altar –todo, de un solo bloque de pórfido –, como el ambón y la sede.

El sueño de Gaudí tardará unos años en ser coronado por la cruz a 170 metros de altura, pero ya desde ahora esta iglesia quedará abierta a todos aquellos que vengan hermanados por la palabra de Jesucristo, en el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret –de Jesús, María y José– y que desde Barcelona alabarán al Señor con los cantos del "Sanctus, Sanctus, Sanctus. Hossana in Excelsis”. Amén.

Jordi Bonet, arquitecto de la Sagrada Familia, en la visita de Benedicto XVI
Noviembre de 2010

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