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Por Josep Gallifa .
Celebració 55 anys de la Comunitat de Sant' Egidio

El domingo 7 de mayo se celebró en la Basílica de Santa María del Mar la Eucaristía por la Acción de Gracias con motivo del 55 aniversario de la Comunidad de San Egidio. Estuvo presidida por Mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida. La comunidad de Sant' Egidio es conocida popularmente por la comida solidaria de Navidad y, ya expusimos en un artículo anterior, cómo se originó con la creación de la Escuela de la paz. Sin embargo, realizan muchas otras acciones en todo el mundo: con la acogida de refugiados -recientemente de Ucrania-, con los corredores humanitarios en el Mediterráneo, intervención en conflictos y en procesos de paz, también cuidan a personas sin techo, ancianos sin familia, y organizan encuentros anuales de diálogo interreligioso, entre otras acciones.

En este 55 aniversario, además de felicitar a los miembros de la comunidad por su valiosa labor, es un buen momento para valorar su significado, de mucho interés por la Iglesia del siglo XXI.

Compartir y actuar en comunidad

La comunidad de Sant' Egidio nos da ejemplo de un compromiso vital, que reúne reflexión y acción para transformar la realidad, desde la experiencia de comunidad cristiana. Tal vez sea así como mejor se puede construir una civilización que tenga unas bases auténticas en lo humanamente más genuino y que nos permita a todos, sin exclusiones, vivir juntos. La experiencia de Sant' Egidio nos muestra, en palabras de Andrea Riccardi, su fundador, como “es la comunidad la que integra” (Riccardi, 2017, p. 13), “son las relaciones de cariño y de participación que una persona lleva a la otra las que llevan a vivir el Evangelio” (Riccardi, 2017, p. 128). “Es la bondad sonriente primero humana, después religiosa, el dialogar a través de la amistad y la vida” (Riccardi, 2017, p. 128-133).

Personas de procedencia diversa y la Iglesia

En la celebración de los 55 años había muchas personas con mucha diversidad en sus procedencias, llenando Santa María del Mar: desde refugiadas ucranianas, personas sin techo, ancianos, jóvenes voluntarios, niños y niñas de la Escola de la Pau, miembros de la comunidad, autoridades... Esta diversidad es la que contribuye a que esté arraigada en el latido del mundo: Laicos y laicas, sustentados por la roca del Evangelio, actuando en el mundo, en lo que se ha denominado como las "periferias". Y es una forma también para la Iglesia de estar atenta y dar respuesta a ese latido. El propio Mons. Vincenzo Paglia, vinculado con la comunidad de Sant' Egidio desde sus inicios, ha sido nombrado recientemente por el presidente de la República Italiana para presidir una comisión sobre cómo abordar la cuestión del servicio, desde el estado, a los ancianos, uno de los problemas de gran magnitud para nuestras sociedades.

El Espíritu de Asís, un Espíritu para el mundo

Andrea Riccardi y Sant' Egidio proponen además un Espíritu para el mundo: Es el del Evangelio, modulado por el Espíritu de Asís. En Asís, hubo en 1986 con Juan Pablo II una primera reunión de religiones, que se encontraron en el espíritu de San Francisco, espíritu hecho de sensibilidad, cortesía y humildad, un espíritu de paz. Todas las tradiciones religiosas y filosóficas tienen en común el respeto, la amistad, la generosidad, la solidaridad con los débiles, la gratitud o la “regla de oro” kantiana. Los valores de la amistad, gratuidad, generosidad, coraje son necesarios también para la construcción de la paz. Así Asís es, pues, un lugar para el encuentro. Un encuentro que se ha materializado y celebrado año tras año, cada vez con mayor eco internacional.

Nos muestran un camino, un método y estilo

Riccardi y la Comunidad con su buen trabajo han puesto en marcha, consolidado y comprobado un método: El inicio requiere sensibilidad social, identificación de las periferias, la escucha frente a los problemas y el discernimiento. Le sigue un diálogo necesario, que implica entrar en la realidad del otro. Este diálogo llama a la acción, pero no es una acción puntual, no es quedar bien, un acto de caridad concreto, ni sólo unas formas correctas. Y aquí está una de las grandes lecciones: ¡Es una acción auténtica, continuada, comprometida, atenta, de calidad, un compromiso existencial y de vida! Por eso es insustituible la colaboración que tiene lugar en la comunidad, en la Iglesia. Con ese arraigo local y presencia global. También tiene pues un valor irremplazable el Evangelio, la oración, la Presencia del Espíritu Santo. El método que propone la comunidad supone continuidad, confianza, compromiso, comunicación, comunión, coherencia. Esta fidelidad genera respeto y atractivo. La credibilidad en el mundo la da el amor vivido; el Papa Francisco explica cómo una 'minoría combativa' quizá pierda atracción, sólo la bondad y el amor son convincentes (Riccardi, 2017, p. 23).

Con un papel para los laicos en las periferias

Nos hacen valorar el modo múltiple. Dice Ricardi que "habrá que seguir una manera múltiple, ya que hay -sin duda- espacios para varios carismas"; y que ya hay caminos recorridos que muestran cómo "la regeneración de la Iglesia y la vida cristiana parte de la pasión por las periferias y por los periféricos" (Riccardi, 2017, p. 156). El pueblo cristiano (laicos) es capaz de comunicar, recuerda Riccardi, sin infravalorar el papel de los sacerdotes. Más aún, hay que redescubrir como cristianos “la labor gozosa de vivir y comunicar el Evangelio a la periferia” (Riccardi, 2017, p. 156). Esto “contribuye a la iluminación interior de hombres de contemplación” (Riccardi, 2017, p. 165).

Este aspecto de las periferias requeriría una mayor profundización. Digamos para finalizar que la comunidad cristiana evita dos aspectos en los que podríamos caer los laicos: el exceso de teorización, por si pudiera distraer de actuar -dice Ricardi, o, con la inmersión en los problemas, el debilitamiento progresivo del vínculo con la Iglesia, que se ha dado en algunos movimientos cristianos de raíz popular.

Citas:

Riccardi, A. (2017) Periferias. Madrid: San Pablo

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