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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Socavar los derechos humanos es uno de los medios más utilizados por el poder para imponer su afán de dominio. Si se debilitan las resistencias, si las protecciones se desmoronan… las personas se sienten indefensas. El control y el espionaje son prácticas habituales. Pegasus, que se vende solo a los Estados, está hoy en boca de todos. Se trata de un producto israelí de alta tecnología infiltrada en los móviles con un software determinado que sirve para espiar a los ciudadanos. The Citizen Lab, grupo vinculado a la universidad de Toronto, junto con la revista The New Yorker han destapado un caso de vigilancia, que afecta gravemente a España, aunque tiene alcance internacional. Espionaje no solo a líderes independentistas, sino también a abogados, periodistas… El relato incluye ahora al presidente de gobierno y a una ministra. Situación ésta que genera muchos interrogantes. Todavía siguen muchas cosas ocultas.

Derribar el derecho a la intimidad es el primer paso que origina un efecto dominó sobre un amplio sector de derechos, que caen estrepitosamente por los suelos. Repercute también en personas que tienen el deber de guardar el secreto profesional. Sin esta seguridad, la indefensión es la primera consecuencia, seguida de la pérdida de confianza. Las informaciones que se obtienen pueden perjudicar, cuando quienes las posean deseen ponerlas en circulación. Hay medios de comunicación y personas con relevantes responsabilidades por su cargo que justifican este espionaje, pese a ser ilegal.

La defensa de los derechos humanos, así como el deber de guardar secreto por parte de determinados profesionales, no admiten bajar la guardia. Si se conculcan de forma delictiva, hay que afrontarlo. Existen debates sobre el secreto profesional. Se intenta dinamitarlo poco a poco, socavar sus cimientos. La Iglesia católica da, por su parte, un enorme valor al sigilo sacramental, entendido como «secreto inviolable que debe guardar el confesor de lo que oye en la confesión sacramental». Un sacerdote que lo quebrantara caería automáticamente en excomunión por el hecho de haber cometido el delito.

Los derechos humanos deben ser respetados en todas las personas sin excepción y siempre.

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