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(Ramón Martín) Como muy acertadamente define el profesor Francesc Torralba, tras dedicar mucho tiempo a reflexionar y escribir sobre el tema, la hospitalidad consiste en acoger a un individuo que no forma parte de mi universo personal (extraño), pero que es vulnerable: psicológica, somática, social, económica y/o espiritualmente. Definición que precisa de forma muy bella la Carta de Identidad de la Orden Hospitalaria afirmando que la hospitalidad busca recibir al extraño y transformarlo en un invitado.
De esta manera la hospitalidad se convierte en instrumento de evangelización tanto en la perspectiva del testimonio como de la palabra. Y las estructuras de hospitalidad se convierten por tanto en señal y lugar de anuncio de liberación evangélica integral (C.Identidad, págs. 35 y 41). El icono más acabado del Cristo compasivo y misericordioso del Evangelio lo contemplamos en la parábola del buen samaritano (LC. 19, 25-37).
En ella quedan identificados Cristo y el ideal cristiano de hospitalidad compasiva y comprometida. Y así se convierte en una invitación perenne hecha historia en la vida de Juan de Dios y todos aquellos que hemos recibido este carisma.
“Ve y haz tú lo mismo” le dijo Jesús al que le interrogaba sobre la realidad del prójimo. Y eso mismo nos dice hoy a los cristianos que queremos ser fieles a su mensaje. Juan de Dios lo entendió perfectamente y trató de concretizarlo durante toda su vida, hasta llegar a soñar un espacio y un estilo apropiado para realizar su deseo y la invitación de Jesús de atender las demandas de sus hermanos necesitados, tan numerosos en las calles de la Granada del siglo XVI.
Nos lo sintetiza muy plásticamente el primer biógrafo de nuestro santo: “Y viendo castigar a los enfermos que estaban locos como él (en el Hospital Real), decía: Jesucristo me traiga a tiempo y me dé gracia para
que yo tenga un hospital donde pueda recoger los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo” (Vida de San Juan de Dios,Francisco de Castro. Cap. IX).
El Hno. Donatus Forkan, Superior General de la Orden Hospitalaria, con motivo de la clausura del Congreso Evangelizar hoy desde la hospitalidad, celebrado en Granada en 2009 pronunció en la clausura del mismo unas bellas palabras de las que entresacamos estos pensamientos: “La hospitalidad es como un hermoso tapiz tejido por varias personas que ofrece esperanza, significado y alegría, no solo a los destinatarios, sino a quienes lo practican trabajando juntos, Hermanos y Colaboradores, para realizar una hermosa obra de arte. La hospitalidad no es solo un don, un carisma, sino una verdadera obra de arte, el arte de amar”.
Juan de Dios lo soñó y lo deseó y, muy pocos años más tarde, se hizo realidad en su propia vida. Así se lo escribe a un gran bienhechor suyo, el caballero malagueño Gutierrez Lasso: “Por lo que entre todos, enfermos y sanos, gente de servicio y peregrinos, hay más de ciento diez. Además, siendo esta casa de carácter general se reciben en ella sin distinción enfermos y gentes de todas clases. Así que aquí se encuentran tullidos, mancos, leprosos, mudos, locos, paralíticos, tiñosos y otros muy viejos, y muchos niños; y esto sin contra otros muchos peregrinos y viandantes que aquí acuden, a los cuales se les da fuego, agua, sal y vasijas para guisar de comer. Y para esto no hay renta; mas Jesucristo lo prevé todo” (2 Carta a GL, 5).
Ya avanzado el siglo XXI agradecemos a Juan Ciudad por haberse fiado de Dios y le presentamos el ramillete de obras y personas que hoy conformamos la Orden Hospitalaria que, sin ni siquiera él proponérselo, configuran una hermosa realidad años y siglos después. Hoy somos unos 1.200 hermanos, unos 45.000 trabajadores, además
de varios miles de voluntarios y bienhechores permanentes, los que formamos la Familia de San Juan de Dios. Pretendemos actualizar el ejercicio de la hospitalidad, según el espíritu y el estilo que él nos transmitió, en más de 300 obras asistenciales esparcidas por todo el mundo. Y todo ello desarrollado sin solución de continuidad a los largo de 461 años desde que él partiera desde Granada junto al Padre.
El ejercicio de la hospitalidad se convirtió en el valor central de su vida, el verdadero sentido de la misma, y así lo queremos seguir ejerciendo los que hoy formamos su familia, mediante los valores de calidad, respeto, responsabilidad y espiritualidad. Contemplamos, por último, el icono de hospitalidad tal como nos lo presenta su principal biógrafo a modo de sumario:
“Todo el día se ocupaba en diversas obras de caridad y por la noche, cuando se acogía en casa, por cansado que viniese, nunca se recogía sin primero visitar a todos los enfermos, uno a uno, y preguntarles cómo les había ido, y cómo estaban, y qué habían menester. Y con muy amorosas palabras consolarlos en lo espiritual y temporal. Y luego daba una vuelta por la casa y daba recaudo a los pobres vergonzantes que le estaban esperando, proveyéndoles de todo lo necesario, sin enviar a ninguno desconsolado. A cualquiera daba limosna, sin mirar más de que se le pidiese por amor de Dios” (Vida de San Juan de Dios, F.de Castro. Cap.XIII).
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Ramón Martín
Responsable del servicio Pastoral del Parc Sanitari Sant Joan de Déu. Sant Boi de Llobregat

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