Pasar al contenido principal
Por Ramon Bassas .
Hace poco, en una conversación celebrada en Casa Asia, el profesor Amador Vega se preguntaba por qué razón en el marco de la Guerra Civil española se desembocó de forma tan violenta un movimiento iconoclasta de las caracterís que todos conocemos (ver minuto 01 : 02:30 de aquí). Lo hacía explicando las corrientes espirituales que subyace en un hilo conductor entre el Maestro Ekhart ("ruego a Dios que me vacíe de Dios"), los jardines japoneses, los padres del desierto, Ramon Llull o Mark Rothko (el pintor que transita hacia la desaparición de la figura). En su reciente libro, el propio Amador Vega iguala el abismo producido por procesos de aniquilación de las concreciones, o las imágenes (los ídolos), o de la propia religión, con" el desierto en que coinciden Dios y el hombre en un conocimiento íntimo "(p. 85) y uno en otro libro publicado recientemente el antropólogo Manuel Delgado parece tomar el argumento para hacer una teoría sobre la iconoclastia española contemporánea.
El libro de Delgado es una reedición, de hecho, del que se publicó hace 20 años y, profusamente documentado, se echa en falta una puesta a punto que incorpore este periodo en su trabajo. Aparte de corrección de errores, como tildar de sacerdote a Joan Maragall (p. 197), es de agradecer que intente establecer una teoría que vaya más allá de los prejuicios o de los análisis simples y que, aventurándose a no tener razón, por supuesto, se proponga una reflexión sobre el poder de la imagen en la dialéctica de confrontación en este caso - como él defiende-entre el "mundo antiguo" dominado por ritualismo y el "mundo nuevo" liberado por la política.

Delgado defiende que ya hay una corriente iconoclasta en la propia religión precisamente porque niunguna imagen puede atrapar a Dios y hacerlo es una manera de reducirlo. También en el cristianismo, tanto en el Bizancio de los siegleo VI a VIII como en la Reforma del XV. La tradición española y barroca es profundamente iconofílica, especialmente con lo que se ha llamado "religiosidad popular", que Delgado sitúa en las estrategias de dominación, o la eliminación de la identidad no cristiana de nuestras tierras, por lo que no sería nada menospreciable la fuerza que lo contrarreste. Una fuerza que, al no existir el protestantismo, por ejemplo (como no hubo milenarismo en la alta edad media), ni ningún otro corriente filosófico o religioso que lo vehicule, estalla de forma chapucera. Recuerda aquí los famosos artículos de Maragall en la Semana Trágica, donde nuestro poeta atribuía más autenticidad a la iglesia quemada que a la de antes.

El autor opina que, de hecho, el catolicismo español tiene más de tribu africana, con palabras de Valle-Inclán, que de cristianismo, ya que antepone el ritualismo y la idolatría en su poder simbólico que, de hecho, elimina el símbolo para trascenderlo. Esta necesidad de eliminación (el nihilismo religioso, según Vega) que nos hace "más auténticos", junto con la voluntad de reconstituir simbólicamente el mundo, se llevaría obras de arte, piezas de gran valor histórico y un buen puñado de clérigos, teoriza Delgado .

Muchos dirán -diremos- que no deja de ser una barbaridad, una muestra de totalitarismo brutal, la persecución religiosa que hubo en este país (no sólo en la Guerra Civil, como recuerda Delgado). Y creo, también, que los primeros que tienen -tenemos- que condenarla son los herederos de la tradición republicana que en ningún caso debería confundir con la intolerancia u otro tipo de dictadura como la que se combatía. Y más: desde esta tradición republicana y laica habría que reconocer la religión como un elemento constitutivo de la persona y su ejercicio un acto de libertad que hay que preservar. Pero aparte de eso, el trabajo de Delgado nos aporta puntos de vista, citas impagables, reflexiones de fondo y -sobre todo- elementos de discusión serena sobre lo que nos pasa. Porque el debate de la estética no es, ni en éste ni en ningún caso, un debate banal o superficial. O intelectual. La lección de este libro es, justamente, que se trata de un hecho central en nuestra vida y nuestra sociedad, para la cual ha habido muertos. Y hablar a menudo nos puede ahorrar unos cuantos. O así lo espero.
  • Manuel Delgado, La ira sagrada . Anticlericalismo, iconoclastia y antirritualismo en la España contemporAneas, RBA Editores, Barcelona 2012 [1992]

  • Amador Vega Pasión, meditación y Contemplación. Seis ensayos sobre el nihilismo religioso. Fragmenta Ed. Barcelona, ​​2012 [1999].

Grupos

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.