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Pocas cosas hay realmente importantes en la vida, es más creo que sólo una: Amar a fondo perdido; sin esperar nada a cambio. Amar que es dar, compartir, acoger. ¡Que es amar la vida y luchar para que todos la vivan con dignidad!

Esta semana realizamos la bendición, con el Padre Ángel de Mensajeros de la paz, de “Espai Caixa Francesc d’Assís”, la casa de la infancia y la familia construida en el antiguo noviciado del Convent de Santa Clara de Manresa.

En septiembre del 2013, el Papa Francisco, en una visita a una Comunidad de Jesuitas, impactó al mundo con un mensaje claramente evangélico, incómodo y exigente. Los que se creen que Francisco tiene un mensaje light, ni le conocen, ni le han escuchado. En aquella oportunidad dijo algo así como: “"Queridísimos religiosos y religiosas: los conventos vacíos no sirven a la Iglesia para transfomarlos en hoteles y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para la carne de Cristo, que son los refugiados, los pobres". Y continuó: "la caridad que deja al pobre como está no es suficiene, de lo que se trata es de hacer "justicia" y de encontrar el modo de que los pobres dejen de serlo”.

Este mensaje fue una invitación y un revulsivo para mi Comunidad. Somos pocas, el Convento es grande, y hay mucha, demasiada gente en la calle; son muchos los niños y las familias sin oportunidades, y si esperamos que los gobiernos solucionen lo que ellos han creado –la pobreza, que ya es estructural- vamos bien arreglados.

El Evangelio no admite rebajas, y el Papa nos recordaba lo que Jesús predicó y pidió a los que querían seguirle: “Vende lo que tienes, dalo a los pobres y luego sígueme”. No nos podemos conformar con que hace unos años lo dejamos todo para seguir al Señor. Su invitación se renueva cada día y en cada momento histórico. Y esa invitación se convirtió en una llamada a dar un paso más en el compartir y repartir lo que gratis hemos recibido, porque lo recibimos para darlo.

Si hace unos años cedimos una parte del Conventoo para acoger un proyecto de Salud mental, que hoy da vida y oportunidades a muchísimas personas y failias, no podíamos, ante un nuevo llamado mirar para otro lado –con un espacio tan grande vacío y un huerto tan hermoso en el Convento-, y más cuando hay tantos y tantas que llaman a nuestra puerta y reclaman a nuestra conciencia fidelidad a nuestros compromisos.

Lo tuvimos claro. Ya se gestaba #Invulnerables el programa para trabajar por los niños y la familia. Hablamos con la Obra Social la Caixa y juntos soñamos un proyecto, que hoy ya es una realidad.

Qué es esta casa y qué es lo que nos proponemos, queda reflejado en la bendición que hizo el Padre Ángel, acompañado de más de un centenar de voluntarios y amigos y que reza así:
Padre Ángel:

-En esta tarde, vamos a bendecir las instal·lacions de esta casa. Ayer el Papa Francisco llamó al cardenal juan José Omella, para decirle que él bendice esta obra y esta casa, y nosotros le estamos agradecidos. Queremos que sea una casa en la que los preferides de Jesús, los ninos y las familias, los más pobres, sean acogidos y acompañados.

Bendición:
- Señor nuestro Jesucristo, que mandaste a tus apóstoles implorar la Paz sobre las casas donde entrasen; te pedimos hoy que bendigas + este lugar destinado a la acogida, acompañamiento y educación de los niños y las familias
- derrama sobre él la abundancia de tu bendición y de tu paz.

- Manda a tus ángeles que custodien a cada uno de los niños y de aquellos más vulnerables para que los libren de todo mal y les ayuden a crecer, amar y ser felices.

- Llena a los trabajadores y voluntarios, a los educadores del espíritu de ciencia, de sabiduría y de amor generoso.

- Infunde a los niños tu gracia y tu luz, para que reciban, conserven en su corazón y pongan por obra cuanto se les enseñe y ofrezca en esta casa.

- Haz que todos los que vengan aquí, puedan vivir en plenitud su vida y gozar de todas las oportunidades, que tú Padre bueno, quieres para todos tus hijos.”

No más palabras. Desear larga vida a este espacio, y que sea el hogar en el que vivamos la compasión activa que nos lleva a ponernos en la piel del otros y a vivir “con pasión” su causa; a defender con compromiso sus derechos, y a trabajar para que nos digamos y seamos de verdad “hermanos”.

Agradezco a la Obra Social La Caixa por creer en el proyecto, a mis hermanas de comunidad por querer compartir y acoger, y a tantos profesionales, voluntarios y amigos, que nos ayudan a ayudar y a apostar para que los niños sean niños y para que puedan ser aquello que quieren ser.

Gratitud al Papa Francisco por recordarnos las exigencias del Evangelio, por recibirnos en Roma, por bautizar a esta casa con un nombre que significa una misión: “Francesc d’Assís”, y por hacernos llegar su bendición en el inicio de esta andadura.

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