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En el evangelio de Mateo se encuentran, repartidos a lo largo de toda la obra, 5 grandes discursos que algunos comentaristas han utilizado para delimitar las grandes partes en que se puede dividir el evangelio. El sermón de la montaña (5-7); el discurso de misión (10,5-11,1); el discurso de las parábolas (13,1-53); el discurso comunitario (18,1-19,1); el discurso escatológico o sobre los últimos tiempos (24,1-26,). De este último discurso leemos hoy un fragmento en el evangelio de este domingo (Mt 24,37-44).

El fragmento que nos ocupa comienza diciendo: "Tal como fueron los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre". Según el libro del Génesis, la historia de Noé es consecuencia de la malicia de los hombres. Constatada esta, Dios determina hacer desaparecer de la tierra al hombre que creó (Gn 6,5). El libro de Henoc, obra importante de la literatura apocalíptica, también entiende el diluvio como un castigo porque se ha corrompido toda la tierra (1 Hen 10,8). La gente del tiempo del diluvio fue castigada por su maldad, pero este no es el tema que interesa a Mateo. El evangelista presenta un clima de normalidad que se verá alterado de repente por la llegada del diluvio. "Los días antes del diluvio, la gente comiendo y bebiendo y tomando mujer y marido ... no se dieron cuenta de nada hasta el día que vino el diluvio y se los llevó a todos". No es que los contemporáneos de Noé no fueran advertidos. De hecho, veían como Noé trabajaba en la construcción del arca, trabajo que debía durar muchos días; viéndolo trabajar deberían haber hecho preguntas pero la reacción se supone que fue la burla y el desprecio. La venida del Hijo del hombre tendrá unas características similares. Se producirá cuando un clima de normalidad se vea inesperadamente alterado por la venida del Hijo del Hombre. Igualmente quienes les cogerá desprevenidos habrán hecho caso omiso de las advertencias de los predicadores que les habrán anunciado la enseñanza de Jesús.

La comparación del tiempo del diluvio con el tiempo de la venida del Hijo del Hombre permite deducir un aspecto interesante. Después del diluvio vino una nueva creación (Gn 8,11), surgió un mundo nuevo caracterizado por el compromiso por parte de Dios de no hacer morir todos los vivientes (Gn 9,11). La venida del Hijo del Hombre está intrínsecamente vinculada con la realidad del juicio que, en el discurso sobre el fin, está detallado en el capítulo 25,31-46. El juicio termina afirmando que los justos accederán a la vida eterna. El mencionado libro de Henoc describe detalladamente cómo será la vida de los justos, de los elegidos (1Hen 10,17-19). Tanto después del diluvio, como después del juicio se ve un compromiso de Dios por la vida.

El clima de normalidad de los que se vieron sorprendidos por el diluvio y de los que se verán sorprendidos por la venida del Hijo del Hombre es sugerido también por la mención de los dos hombres, que trabajan en el campo o las dos mujeres que muelen. (Vv.40-42). Trabajar en el campo y moler, dos trabajos bien cotidianas. Familias o personas de una misma condición haciendo un mismo trabajo puede que sean divididas, no todo el mundo correrá la misma suerte. La idea de rapto o ser tomado es muy estimada por la literatura apocalíptica. Pablo la tiene presente en su primera carta a los tesalonicenses (4,17). El sentido de llevar es recibir, atraer hacia mí, tomar con, aceptar; el sentido de dejar es: tirar fuera, abandonar, rechazar, rechazar. Dios se llevará a quienes le han sido fieles y dejará a los que no lo han sido .De todo ello el discurso quiere dejar claro que Jesús volverá, su venida será sorprendente, habrá quien saldrá bien parado y quién no, y que, ante la que nos caerá encima, más vale estar preparados.

Domingo 1º de Adviento. 1 de Diciembre de 2019

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