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Comentario a la primera lectura del 3er domingo de Cuaresma. A

La ida de Israel desde Egipto hacia la tierra prometida no fue un camino de rosas. Fue un trayecto lleno de dificultades y pruebas puestas por el Señor a su pueblo en el desierto a fin de asegurar su fidelidad. En la primera lectura de hoy leemos el relato (Ex 17,3-7) de una de estas pruebas: ante la queja del pueblo por la falta de agua, el Señor hará brotar milagrosamente agua de la roca.

La escena ocurre en el lugar de Refidim, lugar situado en la entrada del distrito del Horeb. Es un largo desfiladero tortuoso de unos cuarenta pies de ancho, con rocas perpendiculares a ambos lados. El desierto de Sin, por el que los israelitas se acercaron a este valle, es muy estéril, y tiene un aspecto extremadamente seco y sediento, contiene poca agua por no decir nada, apenas se encuentra algún arbusto raquítico, y el único abrigo para los peregrinos resoplantes era ponerse bajo la sombra de los grandes peñascos salientes. Si uno se hace cargo de este escenario se da cuenta fácilmente de que el pueblo de Israel se encuentra en una situación extrema similar a la del paso del mar Rojo donde perseguido por los egipcios encuentra el paso cerrado por el mar Rojo (Ex 14,1- 31) En el Antiguo Testamento no es la única vez que Dios lleva a la persona humana a una situación extrema antes de su poderosa intervención. Recordemos a Abraham antes de sacrificar a su hijo Isaac (Gn 22,1-19) o las situaciones descritas en los salmos 107,4-32; 116,3-4; 118,10-13. Dios lleva a los seres humanos a determinadas situaciones tensas y extremas donde ellos tendrán que manifestar su fidelidad.

El episodio se caracteriza por ser el lugar donde Israel tentó a Dios. El texto dice que en el lugar se le dio el nombre de Massá y Meribá. El primer nombre proviene de la raíz hebrea “nasa” que significa: intentar, practicar, probar, tentar. Meribá proviene del término hebreo "rib" que significa: disputa, pelea, litigio, pleito. Cuando hablamos de tentar enseguida se nos ocurre que tentar es, como dicen los diccionarios, inducir a hacer algo especialmente prohibido o malo; normalmente se considera que es el diablo el inductor. También puede significar excitar (sobre todo en materia sexual) el deseo de alguien. Evidentemente en ninguno de estos supuestos puede pensarse que Dios pueda ser tentado.

¿En qué sentido debe entenderse, pues, que Israel tentó a Dios? El sentido lo determina los términos Massá y Meribá. Tentar equivale a poner a prueba (y ésta es la traducción que habitualmente se da a Massá) la providencia especial del Señor tantas veces manifestada anteriormente; "me tentaron a pesar de haber visto mis obras" dirá el salmo 95,9. Los rebeldes israelitas retan, en cierto modo, a Dios para probar su poder a través de un milagro que demuestre que está presente y activo en medio de su pueblo. Recordemos que en tentaciones de Jesús en el desierto el diablo sigue el mismo planteamiento, tenta / pone a prueba a Jesús exigiéndole un milagro espectacular para comprobar si Dios está con él (Mt 4,1-11). La pregunta que aparece en el texto, ¿el Señor está o no está con nosotros? sintetiza perfectamente el núcleo de la tentación.

Entre las posibles traducciones que se pueden hacer, el nombre de “Meribá” puede significar litigio, pleito. Actualmente está de moda poner demandas por muchas cosas. Este episodio puede leerse como una demanda que Israel interpone contra Dios. Los términos de la demanda son: “Danos agua para beber. ¿Por qué nos has sacado de Egipto? ¿Para hacernos morir de sed con nuestros hijos y nuestro ganado?”. El tono jurídico lo refuerza la presencia de los ancianos de Israel que actúan como una especie de testigos de la defensa. Esta defensa es el prodigio del agua que brota de la roca pero sobre todo el “yo estaré allí” de Dios que nunca falla en las situaciones extremas.

Atendiéndonos a los aspectos simbólicos, el relato puede leerse como una lucha entre el desierto y el agua. El desierto grande y terrible (Dt 1,19) es símbolo de muerte, allí no hay agua y sin agua la muerte llega un día u otro. El agua es símbolo de vida. El desierto de muerte quisiera impedir que el pueblo de Dios llegara al termino que Dios le ha anunciado, la tierra prometida. No lo conseguirá; el agua propiciará que el pueblo viva y consiga su objetivo. El evento manifiesta el dominio de Señor sobre las fuerzas adversas de la naturaleza desatadas contra Israel.

Domingo 3er de Cuaresma. 12 de Marzo de 2023

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